LIBIA PENDE DE UN HILO

 Bengasi, Libia.

Bengasi, Libia.

 

Mercedes Fonte, una española casada con un ex militar libio, relata cómo está viviendo desde Bengasi (la segunda ciudad en importancia del país) la escalada de tensión entre las milicias islamistas y el ejército sublevado.

“Estoy viviendo una situación peor que la vivida en tiempos de esa primavera árabe que nos hicieron creer a todos”, apunta desengañada Mercedes Fonte. Durante el conflicto armado que terminó con la captura y ejecución de Muamar El Gadafi y el cierre en falso de una guerra civil en el país, Mercedes no se despegó de su teléfono móvil. Uno de sus hijos mayores y su marido se encontraban en Trípoli y Bengasi, respectivamente. Mientras ella cuidaba de su anciana madre, en la casa familiar de Barcelona.

Después de la muerte del dictador libio, Mercedes viajó hasta Egipto, cruzó la frontera y llegó hasta Bengasi para reunirse con su marido. Desde entonces, Mercedes y los suyos han pasado del estallido de alegría inicial, a la frustración y el miedo más absolutos. “Ahora existen cerca de 200 milicias islamistas que tienen al país en vilo”, asegura.

Bengsi, Libia.

Aviones reducidos a cenizas en el aeropuerto, esqueletos de edificios rezumantes de humo negro, ventanas huérfanas de cristales, son sólo algunas de las muestras del horror que se vive hoy en Libia. Algunas fotografías enviadas por Mercedes Fonte muestran fachadas y muros repletos de agujeros provocados por disparos de metralla y lanzamientos de misiles “hawk”. Otras enseñas las heridas que dejan los escarceos entre el ejército leal al general sublevado Jalifa Hafter (quien pretende crear un gobierno de concentración para estabilizar la volátil situación del país) y las milicias religiosas. Decenas de boquetes en bloques de pisos de civiles y en calles y carreteras.

“El cuartel de la milicia del “17 de febrero” (de ideología islamista) está en frente de nuestra casa y cuando las fuerzas del ejército la atacan, ellos disparan a la vecindad”, relata con indignación Mercedes Fonte.  Al estruendo de una gran explosión le siguen chillos y sollozos de hombres. Es lo que puede oírse en uno de los vídeos aportados por esta catalana afincada en uno de los barrios de Bengasi más castigados por el conflicto. El hombre que porta el móvil mientras graba entremezcla palabras en árabe y español. “Un atentado, un atentado”, acierta a decir en la lengua de Cervantes. No se trata de la primera operación de castigo a la población por parte de los islamistas.

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Bengasi Libia.

Durante una larga posguerra a la que ni los más optimistas ponen fecha de caducidad,  se ha ido produciendo un pacto entre las facciones islamistas y los Hermanos Musulmanes actualmente en el gobierno. “Los primeros se quedaron con el poder político exterior mientras que los radicales religiosos se hicieron con el ejército y la policía”, asegura M. Fonte.

Bengasi, Libia.

Bengasi, Libia.

Desde Egipto, el país vecino, el ejército paró el avance de los islamistas pero en Bengasi las milicias se hicieron fuertes. “Cuando las milicias se ven atacadas o cercadas por el ejército de Haftar éstas disparan cohetes hawk a las casas cercanas”, denuncia Mercedes. Y si en Bengasi la situación pende de un hilo, en la capital, Trípoli, las cosas no auguran un futuro esperanzador. “Ayer Trípoli se convirtió en un infierno, decenas de avienes en llamas atacadas por una milicia de la ciudad de Misurata”, asegura con desánimo Fonte. Y es que los radicales islamistas poco a poco van tomando más cuotas de poder en un endeble parlamento, por medio de chantajes y amenazas.

 

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