Sant Jordi es el día más bonito para estar en Barcelona, aunque sea por casualidad. Las calles se llenan del multicolor de las cubiertas de los miles y miles de libros que se exponen en las centenares de paradas que se colocan en paseos, calles y ramblas de la ciudad. Y sobre todos estos colores, uno que prevalece: el rojo. El color de la rosa por antonomasia. En esta edición, los catalanes van a comprar entre cinco y seis millones de rosas (aunque no todas sean de color rojo). Y en cuanto a libros, el gremio de libreros calcula vender alrededor de un millón y medio. Lo que en el cómputo anual de ventas supone un 8%.
Los títulos más vendidos este año son dos. En primer lugar, la epopeya del carísmatico Martí Zubiría en plena guerra de sucesión española, narrada por el escritor Albert Sánchez Piñol en Victus. Le sigue al achecho la búsqueda incansable hacia la sinceridad con mayúsculas que hace otro Albert escritor, en este caso Espinosa, en su libro Brújulas que buscan sonrisas perdidas.