VIAJE A KALIMANTÁN, EL REFUGIO DE LOS ORANGUTANES

Cría-a-cuestas

Una hembra de orangután con su cría, en el Parque Nacional de Tanjung Puting, Borneo (Indonesia).

De Yogyakarta tomamos una “bemo” (un minibús compartido) que nos llevó hacia la ciudad portuaria de Semarang, después de cinco tortuosas horas de carretera. De unos cinco millones de habitantes, esta megalópolis es una de las localidades más influenciadas por la cultura china de toda Indonesia. Pasamos la noche en Maribabu, uno de los hoteles cercanos a la zona de Simpa Lima, uno de los lugares más animados de la ciudad. De allí tomamos un vuelo al día siguiente hacia Pangkalan Bun, al sur de Kalimantan, en la isla de Borneo.

Después de unos 40 minutos aproximadamente desde el despegue vimos una imagen que quedaría grabada en nuestra memoria para siempre. Un inmenso manto verde se extendía por debajo del ala derecha del avión. Quilómetros y quilómetros de selvático espectáculo hasta donde llegaba la vista. La exuberancia de Kalimantan desplegaba todo su vigor, inconmensurable. Una gruesa serpiente de aguas oscuras se abría paso zigzagueante entre el mar de verde follaje. Se trataba de un río enorme que, cuál cenefa, pintaba de marrón oscuro casi negro una línea ondulada y constante. La tierra de los “hombres de la selva” (Orang: Hombre y Utan: Bosque, en lengua bahasa indonesia) nos daba la bienvenida.

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Entrada al el Parque Nacional de Tanjung Puting, Borneo (Indonesia).

Nuestro guía nos esperaba a la salida del aeropuerto con un cartel que ponía nuestro nombre. Tomamos un taxi que nos llevó directamente hasta la población de Kumai. Allí embarcamos en un klotok o barca de río especializada en el avistamiento de orangutanes. Durante tres días y dos noches íbamos a habitar en nuestro klotok. Se trata de una pequeña embarcación de entre 8 y 10 metros de eslora, y de dos pisos. La parte inferior queda para la tripulación: guía, capitán, asistente del capitán y cocinero. Mientras que la parte superior, toda ella descubierta, se compone de un espacio donde se situarán los colchones para dormir, otro donde se sitúa una mesa para las comidas, y un tercero en donde hay dos sillas en las que disfrutar del paisaje selvático. Todo ello bajo un toldo y unas lonas laterales que se recogen durante el día, para dejar ver la naturaleza. Al contrario que durante la noche, que es cuando se extienden para evitar la entrada de demasiados insectos.

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Una hembra de orangután y su cría se alimentan en el Parque Nacional de Tanjung Puting, Borneo (Indonesia).

Una estatua de una madre orangután con una banana en la mano, -situada en una de las márgenes del río Sunai Sekonyen, en la Bahía de Kumai-, nos da la bienvenida al parque nacional de Tanjung Puting. Una extensión vastísima de más de 415.000 hectáreas de selva virgen en donde se refugian los últimos orangutanes en libertad. Se calcula que en este parque viven alrededor de 6.000 orangutanes. Además de nueve tipos diferentes de monos, de entre los que destaca el mono narigudo, oriundo de la isla y único en el mundo.

Durante el recorrido, de unas dos horas aproximadamente, hasta llegar a nuestro punto de anclaje para dormir, -unos amarres sujetos a la frondosa vegetación del canal,- el paisaje que se divisa desde nuestra embarcación es puramente selvático. Enormes palmerales de ribera dejan paso a una frondosa vegetación compuesta por delgados, erguidos y altísimos árboles en los que los narigudos encuentran cobijo para guarecerse durante la noche. Se les puede divisar en grupos numerosos de unos 10 a 15 ejemplares.

Orantugan-estira-brazoEl macho dominante, de un tamaño superior suele vigilar de reojo a todas las hembras y las crías que se diseminan entre las copas de los árboles cercanos. (Borneo, Indonesia)

El macho dominante, de un tamaño superior, suele vigilar de reojo a todas las hembras y las crías que se diseminan entre las copas de los árboles cercanos. Además de esta temprana presencia animal, los monos de pelaje plateado también pueden ser avistados sin demasiado esfuerzo en los árboles próximos a la margen del río. Lo que tampoco falta son los nidos de los orangutanes. Según Dodi, nuestro guía (en honor al magnate egipcio ya fallecido Dodi Al Fayet) asegura que los orangutanes construyen dos nidos al día. Uno para dormir y el otro para hacer la siesta. “Igual que los humanos”, bromea. Se puede saber si un nido es reciente o no por el color de las hojas que han sido utilizadas para construirlos. Si son verdes, el nido es reciente.

Sin duda los orangutanes son los reyes de este rincón apartado del mundo. Aunque son unos soberanos que se guardan mucho de dejarse ver o de enfrentarse. Son temerosos de sus vecinos. Algunos de sus depredadores naturales son los jabalíes salvajes, los leopardos y también las serpientes pitón. Además de, tristemente, los seres humanos. Mañana conoceremos más sobre estos seres increíbles y tan parecidos a nosotros mismos. De momento escribo estas líneas a la luz de dos velas, rodeado de todo tipo de mosquitos que se sienten atraídos por la luz, en medio de la oscuridad más ensordecedora de la selva de Kalimantan.

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