“La situación que nos hemos encontrado en el oeste de África es como si el ébola hubiera provocado un terremoto y éste hubiera destrozado todo el sistema de salud”, así de contundente se muestra José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras España. Para este médico bregado en varias emergencias humanitarias el hecho de que este brote se haya estado gestando estos últimos siete meses no significa que no tenga unas consecuencias tan devastadoras como las del terremoto de Haití. Según la Organización Mundial de la Salud, por el momento 2.917 personas han muerto por ébola y en total se conocen 6.263 casos en cinco países africanos como Liberia, Guinea Conacry, Sierra Leone, Nigeria y Senegal.
Dos catástrofes simultáneas
Según apuntan los expertos lo que está ocurriendo ahora en África Occidental son dos catástrofes a la vez. Por un lado la epidemia de ébola está matando a mucha gente, pero al mismo tiempo destruye los sistemas de salud de los países más pobres. “Mata sobre todo a los médicos y enfermeras más comprometidos, los que cuidan directamente a los pacientes”, asegura Bastos. Según datos arrojados por un recuento de sanitarios afectados por el virus en Sierra Leone, 81 de los 113 que contrajeron la enfermedad acabaron muriendo.
La epidemia del ébola ha deteriorado gravemente los sistemas de salud de países como Libera, Guinea Conacry o Sierra Leone. Eso ha causado un inmenso problema añadido para la población que además de intentar luchar contra el brote continúan desangrándose por enfermedades tradicionales. Algunas de ellas son la malaria, la malnutrición, las diarreas, problemas respiratorios como la neumonía, los accidentes (sobre todo los de tráfico), la violencia y en especial, las muertes durante el parto. “En Liberia disponen de un médico por cada 100.000 habitantes, mientras que en España contamos con 230 sanitarios por el mismo ratio de población”, arremete el portavoz español de la organización médico-humanitaria internacional MSF.
El ébola no puede dejar en segundo plano otras enfermedades
Médicos Sin Fronteras alerta que además de luchar contra el ébola, hay que dar una respuesta enérgica al resto de necesidades sanitarias del oeste de África. Según las últimas cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud, el ébola ha matado ya a 3.000 personas en el continente africano. Pero no sería lógico dejar desatendidas otras dolencias por el desbordamiento que supone la epidemia. Según MSF, 3.000 son las personas que mueren al día o a la semana por la malaria, las diarreas o las neumonías en el oeste de África.
Existe el temor entre los expertos de que exista una dejación en el tratamiento de otras enfermedades menos mediáticas que el ébola pero más mortíferas, como por ejemplo la malaria. Esta afección producida por los parásitos del género Plasmodioum que transportan los mosquitos, produce al año medio millón de muertes, la mayoría en el África Subsahariana. El 75% de las víctimas son niños y se calcula que aproximadamente un 20% de las personas que contraen la enfermedad acaba muriendo.
El problema ahora, apuntan los expertos, no es que haya que elegir entre si es más importante atender la epidemia de ébola o a la malaria, por ejemplo. “La población de África requiere una respuesta contundente a las dos problemáticas simultáneamente”, apunta Bastos. En estos momentos todos los esfuerzos deben centrarse en la reconstrucción de un sistema de salud que no funciona o que no existe en el peor de los casos.
Una epidemia de pánico para gestionar
El hecho que estos países tuvieran un sistema de salud muy débil de entrada ha contribuido a que la epidemia de ébola se extendiera muy rápidamente. Además, hacer frente a un brote de este tipo no es sólo intentar dar tratamiento a pacientes que son altamente contagiosos, también hay que manejar una epidemia de pánico al mismo tiempo. “Cuando un poblado africano empieza a ver que hay varios muertos por fiebres altas y sangrando, pues se produce una estigmatización y un automático aislamiento”, reflexiona José Antonio Basto, presidente de MSF España.
Y en este señalar colectivo, los medios de comunicación tienen un gran poder amplificador de la avalancha de pánico. “Cualquier personas que presente alguno de los síntomas sabe que va a recibir el rechazo inmediato de la población”, dice Bastos. “También saben que en muchos casos dependiendo de la reputación del hospital tienen más o menos oportunidades de salvarse”, remacha el máximo portavoz de MSF en España. Además en estos países se le añade un obstáculo más para conseguir generalizar el hábito de recurrir a los centros de salud. Se trata de un sistema de costos, es decir, los pacientes deben abonar una parte del coste de la visita.
En el contexto actual cualquier síntoma de enfermedad despierta sospecha dentro de una comunidad de individuos. Cualquier necesidad individual que requiera asistencia sanitaria, un parto complicado, un lesión, un accidente, “seguro que genera la reacción perfectamente entendible de sí voy al hospital donde atienden a pacientes de Ébola, cómo van a tratarme a mí”, sugiere Bastos. Por lo tanto, al ya no hábito de ir al hospital se suma el miedo de contagio.
820 camas para atender a los pacientes de ébola
La escasez de medios dificulta aún más si cabe el acceso de la población a los centros de salud. La capacidad actual de camas para atender a los enfermos de ébola en Liberia, Sierra Leone, Guinea y Nigeria es de unas 820 camas. Se trata de una cifra muy inferior a las 2.900 que se necesitan actualmente, de acuerdo a los cálculos realizados por la OMS, informa Associated Press.
Ahora la situación en el oeste de África es muy importante crear centros de aislamiento y de tratamiento del ébola, así como realizar una campaña de educación e información dependiendo de cada zona. La epidemia requiere de un tratamiento, una campaña informativa para la población y de un seguimiento de los casos, según MSF. “La finalidad es que los pacientes vayan más al hospital, y también hay otra más humana, que se termine con el estigma”, asegura José Antonio Bastos.
El oeste de África necesita desesperadamente la llegada de médicos internacionales
A mediados del mes de septiembre, Margaret Chan, la directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacaba que “nos hace falta de todo pero lo que más necesitamos es gente”. Chang se refería en especial a la grave situación que se vive en Sierra Leone, donde ya han perdido la vida por el virus más de 500 personas y en donde la OMS estima que faltan del orden de 1.000 a 2.000 profesionales, entre médicos y enfermeros extranjeros, y unos 1.000 trabajadores sanitarios nacionales. En estos momentos más de 200 sanitarios han muerto en Sierra Leone a causa de la enfermedad, mientras trataban de salvar a los enfermos.
Faltan profesionales de la sanidad sobre el terreno porque en muchas ocasiones, las regiones afectadas por el ébola se ven obligadas a cerrar los centros de salud porque no quedan médicos ni enfermeros vivos para atender a los pacientes. A la gran tasa de mortalidad que tiene el virus entre el personal sanitario “se suma una reacción lógica de pánico del resto del personal que huye abandonando el centro”, confirma MSF España. Ante esta situación Cuba ya ha anunciado el envío de 165 médicos y enfermeros a Sierra Leone que empezarán a trabajar sobre el terreno a principios del mes de octubre.
El brote de ébola es comparable al terremoto de Haití en términos de emergencia humanitaria
La situación en Guinea Conacry, Liberia y Sierra Leone es de una emergencia humanitaria compleja y enorme. “En este momento la crisis es catastrófica”, señala José Antonio Bastos. El responsable de MSF en España teme el impacto de las consecuencias indirectas de la epidemia en los sistemas de salud de estos países, en sus infraestructuras, en la repartición de la comida, en las vías de comunicación, y en los sistemas de distribución de la energía y el agua. “Todo esto se puede complicar mucho, no se trata tan sólo de atender a los enfermos”, puntualiza Bastos.
Desde Médicos Sin Fronteras España se pide un esfuerzo intenso a la comunidad internacional para evitar que haya una mortalidad mayor de la que ya se ha registrado. “Hacen falta profesionales, y equipamientos para tratar a los enfermos que eviten el contagio”, señala Bastos. Entre las actuaciones inmediatas, MSF prioriza la reactivación del sistema de salud, la adaptación a una nueva convivencia con el ébola y la formación específica para los entierros de las víctimas del virus. “Se trata de dar una respuesta tan o más dramática que la que se dio en el terremoto de Haití”, concluye José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras España.