Después de seis años dando estímulos continuados a la economía norteamericana, la Reserva Federal de EEUU, con su presidente Ben Bernanke a la cabeza, reduce de nuevo la compra de deuda en otros 10.000 millones. Quedan atrás esas imágenes de televisión en las que se veían a los ex trabajadores de Lehman Brothers abandonar sus oficinas con sus pertenencias en cajas de cartón. Ahora la economía estadounidense parece que ha vuelto a generar tono muscular y ha recobrado el pulso perdido. Lo avalan los últimos datos sobre el crecimiento del PIB en un 4,6% en el segundo trimestre del año. También la caída del paro en el último mes de septiembre, a cifras anteriores a 2008 que no superan el 7% de población desempleada.
¿Cómo se ha realizado el milagro? Con la compra continuada de deuda soberana, la Reserva Federal ha dotado de liquidez a empresas y bancos, confiando en que éstos dieran crédito e impulsaran la economía. Se ha inundado de billetes el mercado creando deflación pero también un crecimiento de la economía norteamericana. Ahora, y desde hace varios trimestres esas enormes inyecciones de dinero se han ido retirando progresivamente. ¿Significa eso que EEUU ha salido de la crisis? Según el profesor de economía de la Escuela de Negocios IESE, Antonio Argandoña, “las políticas expansivas utilizadas en EEUU han servido para salir de la crisis pero no son válidas para mantener un crecimiento sostenido y estable”.
Para el también economista Robert Casajuana, director de Relaciones Institucionales de SLM Análisis Financiero Independiente, “se acierta en terminar con esta política de inyección de liquidez porque se cree que ahora las empresas norteamericanas son suficientemente fuertes como para generarla –liquidez- sin tener que recibir ayuda”. Para Argandoña, en una economía recuperada como la estadounidense “ya no hace falta suministrar reconstituyentes al paciente porque de lo contrario sería darle esteroides”. Eso se traduce en que el exceso de dinero deja de invertirse en el propio país y va a parar a economías emergentes como Brasil, China o India, entre otras. Este fenómeno sucede porque estos países son más atractivos que la economía norteamericana, por lo que, al final, la cantidad de dinero que acaba siendo prestada en el propio mercado se reduce.
El tablero europeo es bien distinto. Si bien debemos diferenciar, por un lado, las medidas económicas de choque tomadas por Reino Unido, quién al modo americano ha ido comprado deuda soberana de forma masiva (las llamadas “QE1 o quantitative easing”) para dotar de liquidez a su economía e impulsar su crecimiento. Y por el otro el modelo de austeridad promulgado por Alemania, y seguido a “pies juntillas” por España. “Quien considere que las políticas expansivas son buenas para Europa, se trata de una aberración, aquí tenemos que ser más prudentes”, asegura el economista Antonio Argandoña. “A diferencia de EEUU que no tenía problemas para financiar su déficit porque un país ahorrador como China compraba su deuda de forma mayoritaria”. En Europa, y más concretamente en España, dice Argandoña, «el problema era cómo nos financiábamos”. “No podemos practicar políticas expansivas a la americana porque no tenemos la confianza de los mercados de compra de deuda”, remacha el profesor de la IESE.
Con unos últimos datos para la economía Española que cifran el crecimiento en un estancamiento del PIB del 0,5% y un IPC que suma cuatro meses en negativo (inflación negativa), hay quien ya alerta sobre la aproximación de una tercera recesión en Europa. Si bien es cierto que los economistas consultados matizan el grado de afectación. Para Robert Casajuana de SLM Análisis Financiero Independiente, “existen algunos indicios que podrían hacernos pensar en un nuevo estancamiento en Europa, como las últimas rebajas de previsiones de crecimiento económico para las principales economías europeas Alemania, Francia e Italia”. Aunque Casajuana puntualiza que “no llegaremos a padecer una tercera recesión porque nos salvaremos por la campana”.
Para los expertos más optimistas Europa logrará evitar en gran medida las conscuencias negativas de una nueva recesión gracias a la mejora de economías como las de EEUU y Reino Unido y una actuación determinante del Banco Central Europeo. Según el director de Relaciones Institucionales de SLM, “UK y EEUU podrán digerir las exportaciones europeas, pero Mario Draghi se verá obligado a aplicar una QE1 a la anglosajona, es decir que comprará deuda soberana de cada país de forma masiva para dotar a la zona euro de mayor liquidez”. En ese mismo sentido apunta también Antonio Argandoña de la Escuela de Negocios IESE, “no vamos hacia una tercera recesión, sucede que el paciente salió del hospital, mejoró gracias a un crecimiento basado en el consumo y en las exportaciones, pero ahora se ha dado cuenta de que su salud era frágil y ve como no puede mantener el crecimiento”.
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