Ante la enorme sombra de corrupción que se cierne sobre el partido instalado en Moncloa, todo lo que tanto periodistas como ciudadanos hemos recibido por respuesta ha sido un discurso leído por Mariano Rajoy, sin opción a preguntas.

En resumen, Rajoy niega la mayor. Todas las acusaciones son falsas. Todas las hipótesis de corrupción que se han derivado de la publicación por parte del diario El País de supuestos pagos en negro a varios políticos populares, no son más que un plan de desprestigio orquestado.

Ciertamente es una respuesta que ha dejado a muchos, por no decir muchísimos, con las ganas. Ganas de escuchar hechos convincentes por parte del máximo dirigente de los populares, a la postre, Presidente del Gobierno, que disiparan todo tipo de dudas sobre la honorabilidad de sus políticos, y también, de la suya propia.

Como única medida a tomar, la de publicar en el plazo de siete días la declaración de la renta del Presidente en la página web de Moncloa. Algo que, nuevamente, puede parecer insuficiente porque, obviamente el dinero negro es lo único que no suele aparecer reflejado en el formulario de la Hacienda Pública.

Después de una intervención de unos escasos 15 minutos del premier español y ante el gesto atónito de los periodistas congregados en la sala de prensa de Génova, todavía quedaba desvelar el caso Mato. Ansiosos de poder redactar un buen titular con el que salvar la jornada, la declaración de la Ministra de Sanidad, Ana Mato, para defender su inocencia ante los correligionarios, ha dejado al respetable con ni frío ni calor.

Mato considera ya zanjada la polémica con la investigación y la decisión judicial que la desvinculó en su momento de la supuesta implicación de su ex marido, también ex alcalde de Pozuelo de Alarcón, de la trama de corrupción Gürtel.

Demasiadas cosas por aclarar y pocas evidencias de que las personas que están bajo el foco de la opinión pública española estén por la labor de hacer un movimiento hacia la honestidad.