REYES QUE VENERAR, AMAR Y TEMER

Budha reclinado en Wat Pho, Bangkok (Tailandia)

Buda reclinado en Wat Pho, Bangkok (Tailandia).

Hoy sí, hoy estábamos dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de visitar el Wat Pho, el Wat Phra Kaew y el palacio real. Ningún simpático tailandés se iba a interponer entre esas joyas arquitectónicas y nosotros.  Sabíamos qué era lo que teníamos que hacer. Tomar un tuk-tuk hasta el embarcadero de Saphan Taksin, de allí un bote hacia el de Tha Tien, unos cuantos quilómetros río arriba. Así lo hicimos, al pie de la letra, y por fin llegamos a las proximidades del Wat Pho, en el centro histórico de Bangkok, localizado en el distrito de Phra Nakhon.

Aquí hago un inciso para recordar el incidente del día anterior. Es cierto que habíamos pensado mucho sobre qué le haríamos o qué le diríamos si volviéramos a ver al simpático tailandés que nos «engañó». Pues bien, no hemos tenido que esperar mucho. Para nuestro asombro, ahí volvía a estar y en activo, hablando con una pareja y enseñándoles el mismo plano de la ciudad con el que nos engatusó.  Pensándolo por un momento, decidimos no increparle directamente preguntándole porqué el conductor del tuk-tuk nos había dejado tirados. No sabíamos que reacción iba a tener al verse acorralado. Y tampoco sabíamos, -aunque es de suponer-, si estaba compinchado con alguien que luego nos pudiera originar algún problema. Porque si algo hemos aprendido en estos pocos días en este país es que el turista, -o “farang” como nos llaman ellos-, nunca sabes a ciencia cierta qué es lo que está pasando. Así pues, decidimos alertar discretamente a la pareja y dimos nuestra venganza por servida. Al menos ellos no iban a caer en la trampa.

Imagen del complejo Wat Phra Kaew, Bangkok (Tailandia)

Imagen del complejo Wat Phra Kaew, Bangkok (Tailandia).

¿Qué decir del Wat Pho? La impresionante imagen del Buda reclinado de 46 metros de longitud y 15 de altura. Simboliza el  “Nirvana”, el estado último y más sublime del Buda, es decir, su muerte. Construido a base de ladrillo y escayola, está recubierto de pan de oro. He de confesar que todo en él es espectacular, incluso la cantidad de turistas que lo fotografían por minuto.   Además del Buda reclinado, el recinto es famoso también por albergar la mayor colección de budas de todo Tailandia. Adornados con túnicas naranjas, con las piernas entrecruzadas, de pies plantados, con un árbol como cobijo, las estatuillas se multiplicaban a nuestro paso. Y para los amantes de los masajes Wat Pho cuenta con una prestigiosa escuela de masajistas para mayor reclamo de tan escultórico recinto.

Budha reclinado en Wat Pho, Bangkok (Tailandia)

Buda reclinado en Wat Pho, Bangkok (Tailandia).

Del gigante reclinado y rutilante, al diluvio universal. Lo pregonaban las nubes oscuras cargadas de agua que habíamos visto desde el bote; a lo lejos, mientras remontábamos el río. Fue salir del templo y caer una lluvia monzónica. Muy copiosa pero de corta duración. Aún así ha hecho parar por unos minutos el pulso caótico de esta ciudad.  Después del Wat Pho, nos quedaba poco tiempo para el resto de visitas obligadas. A las puertas del recinto del Grand Palace (Gran Palacio), donde también se sitúa el Wat Phra Kaew, el centro religioso budista más importante del país (se empezó a construir en 1785, cuando el rey Rama I movió la capital de la región de Thonburi a la actual Bangkok), los vigilantes se obstinaban en no dejar pasar a ningún hombre que no tuviera las piernas cubiertas con un pantalón largo. En el caso de las mujeres, además de cubrir las piernas, ellas debían taparse también los hombros. Dependiendo de la consideración más o menos sagrada que los tailandeses otorgan a un templo, se exige más o menos decoro a los turistas que lo visitan. Para los más despistados, o simplemente para los poco informados viajeros que llegaban con una vestimenta más corta de la apropiada, los tailandeses habían pensado en una solución bastante lucrativa. A las puertas del recinto, se vendían pantalones con elefantes estampados y pañuelos de varios colores y dibujos con los que uno poderse cubrir las “vergüenzas, a ojos de Buda”.

Estatuas de Budha en las inmediaciones de Wat Phra Kaew, Bangkok

Estatuas de Buda en las inmediaciones de Wat Phra Kaew, Bangkok.

Un puro y simple trámite que a nosotros nos ha generado estrés por el tiempo perdido y por el calor, a partes iguales. A ellos, a lo encargados de mantener la “etiqueta” en el vestir, su función inquisitoria les proporciona la satisfacción del trabajo bien hecho, supongo.  Una vez hecha la visita, y tras haber pagado cada uno 500 bahts (12,5 euros) he de decir que ha merecido la pena, aún incluso sin haber podido ver al venerado Budha Esmeralda. Pero cada cosa a su tiempo. Como descripción he de decir que el Wat Phra Kaew es una abigarrada sucesión de edificios sagrados, estatuas y pagodas de decoración fantasiosa siguiendo el estilo Rattanakosin (estilo antiguo de Bangkok). De todos los habitáculos, el más importante es el conocido como “ubosoth”, en donde se aloja el Buda Esmeralda. Construido de una sola pieza de jade macizo, esta estatuilla de tan sólo 66 centímetros de alto es la representación más aclamada por los tailandeses. Estos tienen la convicción y la creencia que la talla les procura prosperidad y preeminencia sobre otros países. Se encuentra sobre un altar ricamente decorado en posición de meditación, y únicamente puede ser tocado por el rey de Tailandia, quien le cambia las vestimentas tres veces al año, coincidiendo con el cambio de estaciones: verano, invierno y periodo lluvioso.

Yak, guerrero  gigante mitológico en Wat Phra Kaew, Bangkok

Yak, guerrero gigante mitológico en Wat Phra Kaew, Bangkok.

En cuanto al resto de construcciones, destacan sobre las demás, las pagodas. Están acabadas en “phrangs” doradas, una especie de pirámides anchas en su base y mucho más finas en su extremo superior, terminado en una larga punta dirigida hacia el cielo. Decenas de «yaks» o guerreros gigantes mitológicos, -y un tanto intimidatorios-, flanquean varias de las estancias. Muchas de ellas decoradas con murales ramakianos que narran la historia de la dinastía Rama, situada en el poder durante siglos.   Todo en el entorno es grandilocuente. Estatuas y edificaciones están a acabadas en pedrería de mil colores. Y entre tantas magnificencias, algunas a destacar como: el Phra Siratana Chedi (un edificio en forma de campana enorme, todo dorado y acabado en una hermosa phrang) y el templo del Buda Esmeralda.

Imagen del Wat Phra Kaew, en Bangkok (Tailandia)

Imagen del Wat Phra Kaew, en Bangkok (Tailandia).

Detalle del mosaico sobre mitología ramakiana, Wat Phra Kaew

Detalle del mosaico sobre mitología ramakiana, Wat Phra Kaew.

Y es que, aunque ya he comentado en líneas anteriores algunas curiosidades de la venerada estatuilla, me gustaría resaltar que lo he hecho sin conocimiento de causa. El motivo no es otro que desgraciadamente no pudimos contemplarlo con nuestros propios ojos. Y es que la entrada al templo estaba prohibida para los turistas. Así pues nos conformamos con escrutar desde fuera el interior. Éste resultaba un hervidero de monjes y locales que alzaban sus oraciones al cielo. ¿En favor de quién? Esa era la gran pregunta a la que nos ha costado mucho encontrar a algún local que nos revelara su respuesta.   Después de mucho preguntar, un militar nos ha confirmado que los rezos se elevan por el bienestar y el buen acierto del monarca (Bhumibol Abulyadej o Rama IX) y de su esposa, la reina (Sirikit Rajini). Una vez al mes, el templo del Budha Esmeralda acoge tan ilustre rezo  y cierra sus puertas a los decepcionados turistas. No hemos podido ver la estatuilla, pero a cambio hemos aprendido algo más sobre la cultura thai: sus reyes tienen la consideración de semidioses a los que hay que venerar, amar y, por que no, “temer”. Todavía las guías de viaje hacen referencia al turista, -del que ahora no recuerdo su nacionalidad-, que hará algunos años tuvo la mala fortuna de lanzar injurias contra su majestad, en plena calle. Por supuesto incurrió en un delito estando ebrio, pero eso no le libró de ser sentenciado y condenado a entrar en prisión. Otros ejemplo de la veneración-respeto-temor que los tailandeses destilan por sus soberanos reside en el hecho de que en cada establecimiento u hogar podemos encontrar un retrato de sus graciosas majestades. Sea por fervor popular o para acallar a aquellos que les puedan acusar de desafección a la monarquía, los tailandeses tienen la “buena costumbre” de decorar sus casas con tan curioso retrato.

Día semanal de la oración en honor al Rey de Tailandia en Wat Phra Kaew

Oración en honor al Rey de Tailandia en Wat Phra Kaew (Bangkok).

Del Gran Palacio, fascinan las salas de los diferentes tronos reales. Como por ejemplo el Amaribdra Winitchai Hall, donde el actual monarca (conocido dinásticamente como Rama IX) fue coronado hace ya más de medio siglo, en un resplandeciente trono dorado. También destaca el complejo formado por The Chakri, terminado de construir  en la época de Rama V, hacia finales de 1882. Cuenta con un esplendoroso salón central del trono que en la actualidad hace las veces de recepción de embajadores internacionales.

Misión Bangkok cumplida. Ahora la siguiente consiste en tomar un tren desde la estación central de Hua Lamphong  hasta la que es la segunda ciudad más importante del país: Chiang Mai. En total quince horas viajando, gran parte de ellas de noche, en un tren de esos que en España circulaban hace más de 50 años. Ventanillas bajadas y algunos ventiladores en el techo a modo de toda refrigeración. Y en cuanto al descanso, asientos reclinables como supuestas camas donde “pasar apaciblemente” la noche. Dentro del convoy, el entorno era de lo más variopinto. Desde románticos turistas como nosotros, deseosos de experimentar el viaje en este particular «transiberiano», a través de tierras tailandesas. Pasando también por locales que desde la salida del tren permanecían durmiendo a pierna suelta sin temor a los mosquitos. Terminando por los omnipresentes vendedores ambulantes, a punto ya de cerrar el tenderete, para rendirse también al prolijo ejercicio de cerrar los ojos en su asiento.

Un momento durante el viaje de Bangkok a Chiang Mai, Tailandia

Un momento durante el viaje de Bangkok a Chiang Mai, Tailandia.

El traqueteo me transporta a tiempos pasados, de ferrocarriles en construcción, bajo el sol ardiente de los trópicos. Mis pensamientos se entremezclan favorecidos por el vaivén del vagón. Mis párpados empiezan a pesar y mis ojos solicitan una tregua hasta mañana. Mi último pensamiento para la tierra que nos acogería durante un mes. Ya teníamos ganas de alejarnos del ruidoso Bangkok, para adentrarnos en la igualmente ruidosa pero profunda y excitante Tailandia.

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