
Faustino Miguélez, Catedrático de Psicología especializado en Empleo, de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El reciente caso de supuesta corrupción y presuntas irregularidades en la contabilidad del sindicato UGT en Andalucía, a cuenta de los fondos destinados a los cursos de formación, o el histórico episodio “Pallerols” de financiación irregular de partidos políticos catalanes, también mediante desvío de fondos destinados a formación ocupacional, pone en tela de juico la eficacia de estos programas de formación.
En opinión del Catedrático en Psicología especializado en Empleo de la Universidad Autónoma de Barcelona, Faustino Méndez, en España históricamente no se ha dado la debida importancia a la formación ocupacional. “El conjunto de países de la Unión Europea dedican más de 30% de los recursos de las políticas activas de empleo a la formación ocupacional, mientras que en España no hemos pasado del 15 o 16%”, asegura Faustino Miguélez.
Varios estudios hechos por universidades españolas sobre la eficacia de la formación han dado la voz de alarma. Pero para el catedrático la verdaderamente preocupante es que “el Gobierno nunca ha hecho evaluaciones sistemáticas” sobre los resultados de dichos cursos. Las supuestas irregularidades que afectan a la formación ocupacional en nuestro país también se lograrían erradicar en gran medida con un control más exhaustivo. “Si se dedicara dinero a evaluar lo que se ha hecho, estos casos no se darían, porque se trata de experiencias donde los cursos no se han dado bien, o no ha habido alumnos”, apunta Miguélez.
Con la llegada de la democracia las diferentes administraciones tradicionalmente han dedicado mucho más dinero a la subvención de la contratación que a la formación. Eso a pesar de que en Europa y gran parte de los analistas creen que este tipo de estímulos en el empleo son poco relevantes.
Ante este panorama es necesario buscar las causas por las que, a pesar de que hemos recibido subvenciones de la Unión para llevar a cabo cursos ocupacionales, no hemos obtenido los resultados esperados. Según Faustino Miguélez una de las causas más probables es que “no se ha tenido en cuenta el contexto que el parado está viviendo cuando recibe la formación”. Se necesitan más observatorios del empleo, que son los que están en contacto directo con las empresas, para saber qué trabajos son los más demandados. “En los últimos años la proporción de cursos de formación en informática era elevadísima, ¿para qué le sirve la informática a trabajadores de peluquería?”, se lamenta el catedrático. “La formación sólo puede ser eficaz si está ligada a las necesidades del mercado de trabajo, concluye Miguélez en este punto.