
El expresident Jordi Pujol lee un libro en el jardín de la casa familiar en Queralbs, el pasado sábado.
Queralbs, un pueblo de piedra enmarcado en la comarca gerundense del Ripollès vive unos días de lo más animados. Desde que se descubriera el retiro vacacional de la pareja Pujol-Ferrusola, la ida y venida de periodistas ha sido incesante. El centro neurálgico de la localidad se ha trasladado a la Plaza Joanich, lugar donde se encuentra la entrada a la casa familiar. Situada en un montículo y rodeada de árboles y densa vegetación, se alza la casa de varias plantas color marrón pastel, con un amplio jardín. Durante todo el fin de semana ha sido lugar de peregrinación de vecinos y turistas, que al ver a la prensa apostada a la sombra, no han dudado en tomar fotografías a tan ilustre lugar.
A la presión mediática los vecinos se han adaptado como mejor han podido. Los más curiosos, no dudan en preguntar a los reporteros por los últimos movimientos de Pujol. Algunos se lamentan de lo sucedido porque creen que el escándalo perjudica el proceso soberanista, otros critican la doble moral del que fuera presidente de la Generalitat 23 años, hay quien, muy dolidos, lo defienden arguyendo que «se ha inmolado por todos los catalanes». División de opiniones, pero siempre en voz baja, no vaya a ser que alguien escuche. Los más reacios y cansados de tanta expectación mediática se limitan a pasar por los puntos de guardia sin siquiera dar los buenos días, las buenas tardes, o buenas noches. Porque si en algo se está caracterizando el caso Pujol es en el exhaustivo seguimiento que hacen los periodistas de cualquier cosa que haga o diga la familia, a cualquier hora del día. Noches incluídas.
Desde que se descubriera su “escondite veraniego” al expresident lo hemos visto salir varias veces del domicilio perteneciente a su mujer, Marta Ferrusola, siempre acompañado de un escolta. Se le ha podido ver pasear, ir al bar a tomar un café, hacer una visita a varios amigos del pueblo, contestar a algunas preguntas de los medios de comunicación (no a todas), incluso se le ha visto resbalar y caer, como consecuencia de una cuesta demasiado empinada, y algo mojada. Confesión y terremoto político-social en Catalunya aparte, hay cosas que no cambian. Como por ejemplo, la característica manera de pasear del que hasta hace muy poco era “Molt Honorable”. Siempre brazos a la espalda, cogidos y con aire pensativo como seña de identidad. No es casual que esa fuera la postura elegida para que un artista lo inmortalizara en la estatua que corona la plaza “Jordi Pujol”, en Premiar de Dalt. Localidad en la que la familia tiene otra casa de veraneo, y domicilio al que por cierto hace tiempo nadie va a recoger las cartas del buzón.
Ahora, que el Partido Socialista de Premiar de Dalt quiere que se retire la estatua de Pujol y que el mito parece ya caído, son momentos difíciles para el expresident. Aunque también lo son para su esposa, Marta Ferusola, quien siempre se ha mantenido a la sombra del gran hombre de “País” y de “Estado”, si me lo permiten, pero que ha intervenido con mano de hierro en decisiones clave en la vida de Pujol. Como por ejemplo, y el expresident mismo lo reconocía una semana antes de su confesión en la presentación de un libro sobre el juicio militar al que fue sometido, tras los hechos del Palau de la Música a favor del respeto a la cultura catalana. Fue su mujer la que supuestamente le dijo que debía leer, en el último día de juicio, un escrito en el que no se retractaba de lo que había hecho (algo que con total seguridad le alargaría la pena en prisión). También fue la misma que le insufló valor al decirle que sus hijos y ella le esperarían, mientas él estuviera en la cárcel. Así fue. Jordi Pujol fue condenado a siete años de cárcel, de los que sólo cumplió dos.
Acompañado de Marta, Jordi Pujol se ha dejado ver en el jardín de la casa de Queralbs, y ante los objetivos de las cámaras, sentado en una silla en su jardín leyendo un libro. Desconocemos cuál, y sería muy aventurado decir que se trata del mismo con el que aparecía en la primera fotografía suya que se publicó en prensa escrita, desde que se conoció la herencia no declarada. Ésta es, si me lo permiten, una de las grandes incógnitas de esta guardia: saber el título del ejemplar con el que pasa, como puede, estas vacaciones. Casi más destierro voluntario que un plácido retiro veraniego. Por su parte, su mujer se ha decantado estos días por ojear la prensa. Sobre la mesa de madera del jardín depositaba el pasado sábado varios periódicos a los que, según los periodistas no dedicó menos de una hora de lectura. Eso demuestra según mi punto de vista, el interés de la “exprimer dama catalana” por el seguimiento que están haciendo los medios escritos, de las desventuras de su marido y de ella misma, cuando no de sus hijos.
A pesar de todo, la pareja aparenta llevar una vida normal. Recibiendo visitas a domicilio de amigos y conocidos del pueblo. Eso cuando no salen en coche por la puerta principal del domicilio de camino a las poblaciones cercanas. De los lugares concretos donde van y de qué es lo que hacen, no se tiene demasiada información. La mayoría de los periodistas optan por mantener la guardia en el pueblo y preguntar a vecinos o miembros de seguridad. Entre las quinielas e hipótesis más repetidas de este fin de semana por la prensa congregada: que los Pujol-Ferrusola habrían salido el sábado por la tarde a misa de ocho, a la iglesia de Ribes de Fresser, localidad cercana. Según los vecinos, el expressident prefiere asistir a los oficios religiosos con poca presencia de feligreses. La prueba de ello es que, como bien ha comentado un compañero de los medios de comunicación, “se les ha echado de menos en la misa de las 9.30h del domingo en la iglesia de Queralbs”.
Se trata de calculada rutina pública que tiene como objetivo trasladar normalidad con sus acciones. Pero a pesar de que Pujol se deja ver, no es tan pródigo en hacer más declaraciones sobre de su supuesta fortuna radicada en el extranjero. Tampoco ha querido abrir la boca para anunciar si comparecerá ante el Parlament de Catalunya para dar explicaciones. Tan sólo sabemos que el expresident tiene una cita pendiente con el fisco, sin fecha confirmada. También que la juez que investiga el caso, (el sindicato Manos Limpias también va a interponer una querella)-, le ha reclamado varios documentos relacionados con el testamento de su padre y la aceptación de la herencia paterna tanto por su parte, como de su esposa.
Jordi Pujol padre parece ajeno pues a la expectación mediática y se limita a no esconderse, pero también a no responder a las preguntas de los periodistas. Harina de otro costal son los habitantes de Queralbs, para los que el expresident no escatima en charlas. A la pregunta de una vecina del pueblo, a la que según ella Banca Catalana le robó “cincuenta mil pesetas de la época”, sobre si Pujol salía o no a dar un paseo, el ex presidente de la Generalitat respondió que “tanto tiempo encerrado tampoco está bien”.