Cuentan fuentes conocedoras de los hábitos del candidato socialista a la Moncloa en campaña que a Pedro Sánchez le gusta dormir cada noche en su casa madrileña. Eso, independientemente del lugar dónde haya participado en el último miting o acto electoral del día. Quizá haya sido por ese hábito, muy loable por otra parte, por lo que se ha retrasado entorno a 45 minutos en el acto más importante de campaña para los socialistas catalanes. En cualquier caso, la versión del partido ha sido un retraso de su vuelo.

En el escenario y con el acto ya empezado, a la alcaldesa socialista de L’Hospitalet de Llobregat, Núria Marín, por fin le han dado el aviso: «Pedro ya ha llegado». Sin demasiados prolegómenos ha anunciado al respetable, que ocupaba un tercio del espacio que ofrece la Farga, la llegada del «gran líder». Entre besos, abrazos y saludos, por fin ha tomado posesión de su silla plegable. Flanqueado por Marín a la izquierda y por Iceta a la derecha, ha escuchado con atención a Meritxell Batet quién ha asegurado que la alternativa al PP es el PSOE.

Por su parte, el líder más «bailongo» de los catalanes socialistas, Miquel Iceta no ha dejado pasar la oportunidad de mandar un «recadito» a su homóloga «sureña», Susana Díaz. «No queremos privilegios, queremos justicia para este pueblo, justicia para todos los pueblos de España, ay de aquél que pretende enfrentar a los pueblos para defender sus ideas», ha sentenciado desatado y a grito «pelao» Iceta.

Hasta tres veces, varios espontáneos han retrasado el arranque de Sánchez. «Ten cuidado con Podemos, te lo digo como consejo», le ha espetado uno de aquellos votantes socialistas de toda la vida, de los de Felipe y tal. Y Podemos, a pesar de que no ha estado demasiado en la boca del líder socialista, sí que ha estado en su mente durante todo su «speech». «La alternativa al gobierno del PP no puede haber un gobierno del rencor», ha dicho Sánchez. Y es que aunque reconoce que el resultado de las encuestas desmoraliza a los votantes socialistas, les ha pedido el esfuerzo de ir a votar. «Los malos líderes son los que han sido elegidos por aquellos ciudadanos que no han ido a votar». Así pues que nadie se quede en casa el próximo 26 de junio, eso es lo que ha venido a decir Pedro Sánchez.

También pensaba en UnidosPodemos cuando ha afeado las palabras de Juan Carlos Monedero, ex-número dos del partido «podemita» en las que insinuaba que jueces, fiscales y policías estaban esperando una orden de un gobierno de Podemos para enjuiciar de forma compulsiva a personas de dudoso comportamiento. A Monedero, Sánchez le ha dicho que la independencia de esas instituciones está garantizada.

Y para frenar las reivindicaciones independentistas y desactivar el «procés», Pedro Sánchez ha prometido devolver el reconocimiento de las singularidades que el gobierno de Rajoy ha rechazado durante estos últimos cuatro años.

Obras son amores y no buenas razones, sin parafrasear al refranero al pie de la letra pero sí manteniendo la misma tonadilla, el secretario general del PSOE ha pedido el penúltimo acto de fe a su electorado, y al pródigo. «La política que yo haré será hacer y menos decir». Y por supuesto, no ha olvidado leer la letra pequeña del contrato que pretende firmar con todos los españoles, «a los dos años de mandato me someteré a una cuestión de confianza», ha recordado Sánchez.

La caravana electoral todavía tenía las palabras de Pedro Sánchez a medio masticar, cuando ha empezado a recoger bártulos y bartulillos con frenesí. El tren que les debía llevar a el enésimo acto de campaña no esperaría a nadie, aunque el «gran líder» se hubiera retrasado. Así pues, las crónicas y conexiones se han hecho a camino de la Farga, el taxi o el autobús, y los andenes de la estación de tren de Sants de Barcelona. Dormirán como troncos, seguro, los periodistas que siguen al PSOE con tanto ajetreo. Mientras tanto Pedro Sánchez lo hará en su casa de Madrid.