
Un niño cargado con una azada y un bidón de agua al pie de la carretera Kabale-Kisoro, a la salida del PN Bwindi (Uganda)
Uganda se vive en la carretera. En los arcenes y en los márgenes. En los caminos. Entre arbustos. En los árboles. En los campos de cultivo y en los huertos. En las construcciones a medio hacer. El ugandés siempre está yendo o viniendo de algún lado. Preferentemente caminando al lado de la carretera. Y no lo hace de brazos cruzados. Siempre va transportando algo. Ya sea una azada, un machete, unos bidones amarillentos cargados de agua, unos paquetes, una piña de bananas, varios fardos, sacos de hojas de té, maderas, carbón vegetal, etc.
Un niño pequeño ve como un chico maneja un patinete de madera que se utiliza para transportar mercancías (Uganda).
Son las mujeres las que han hecho de la necesidad virtud. Impresiona ver como cargan a la espalda a sus hijos envueltos en una manta fina anudada a la cintura. Mientas, en la cabeza, con extrema elegancia soportan un paquete con la única ayuda (para equilibrar) de una de las dos manos, porque en la otra llevan una bolsa o macuto. Aún así, logran mantener la espalda recta como una estaca. Steve, nuestro guía, asegura que las mujeres del medio rural son las fuertes del país.
Hombres, mujeres y niños, se pasan la vida recorriendo carreteras y caminos a pie. De casa a la escuela. Del campo al mercado más próximo a vender productos de subsistencia (huevos, bananas, animales, etc.). De un pueblo a otro a visitar a algún familiar. Todo va hasta los topes de sacos y paquetes. Sobretodo bicicletas y motos. Pero también unas ingeniosas carretillas hechas totalmente de madera (incluso las ruedas) que los muchachos empujan a modo de patinete.
Los puestos de frutas y verduras, las tiendas, incluso los aserraderos quedan a pocos metros de los márgenes de los caminos. En ellos, una vez la madera está cortada en rectángulos alargados, se apila en el arcén para ser recogida por camionetas . Los hornos donde se cuecen los ladrillos también están cerca. Los pequeños bloques de tierra compacta, se colocan en columnas, para secarse, también cerca del paso de los vehículos.
En Nkuringo road, -la carretera que conecta la zona de Bwindi con el Parque Nacional Queen Elizabeth-, es frecuente ver pequeñas montañas de piedras y junto a ellas, adultos y niños machacándolas hasta convertirlas en grava con la que luego hacer el firme de la carretera. Es un trabajo duro, mucho más si cabe para los pequeños picapedreros.
Un hombre camina por el margen del camino, mientras otro transporta dos piñas de bananas en una bicicleta (Uganda).
La familia ugandesa, en especial la que se dedica al cultivo de patata, -ellos cultivan dos variedades “irish” (irlandesa) patata y la “sweet” (dulce) patata-, té o bananas, es del tipo extensiva. No es de extrañar que una mujer tenga ocho o diez hijos. Cuantos más mejor. Más manos para ayudar a la familia en las tareas diarias. Como por ejemplo: ir a buscar agua a la fuente, río o lago más cercano, el campo, el cuidado de los animales, etc.
Así que, a lo largo de nuestro viaje en coche, nos hemos encontrado estampas del día a día de este país que encogen el corazón. Niños de a penas seis o siete años, azada en hombro, con una garrafa de gua en la cabeza. Otros, un poco más mayores, cargando cajas de botellas de CocaCola a la espalda.
En el trayecto hacia el PN Queen Elizabeth, hacia el sur del país, hemos dejado atrás localidades como Nyarungahana, rodeada por plantaciones de “irish” patatas. Una vez recogidas, se acumulan en montones cerca del arcén, y luego son empaquetadas para la exportación a países como Rwanda o Kenya.
Una mujer se cruza en el camino con un hombre que lleva a cuestas una parada de abalorios en su bicicleta (Uganda).
Tomando una nueva carretera de tierra, -Kangyungo road-, el entorno parece estar enmoquetado con altos y rectos eucaliptos (importados desde Australia) y por pinos, igualmente recios y exuberantes, también introducidos, en este caso, por los europeos. Esta variedad de pino se utiliza para obtener madera, para la construcción, y para convertirla en carbón vegetal con el que calentar y cocinar. Los ugandeses utilizan la palabra “tila” para denominar los pedazos de madera que utilizan a modo de vigas.
Nuevamente, al tratarse de zona bastante frondosa, se multiplican los aserraderos aquí y allá. Sobretodo en las cercanías de la localidad de Rutenga, al sudoeste del país. Los lugareños aparecen y desaparecen de la carretera, y se adentran en el bosque o en los campos de cultivo, que están dispuestos en escarpadas pendientes, como por arte de magia.
Son numerosas casetas hechas de madera. Se construyen abiertas, con techo, aguantado por varias columnas, pero sin paredes. Quedan dispuestas a lado y lado del camino, y sirven para depositar las hojas de té, procedentes de los campos cercanos. Y también, por supuesto, para refugiarse de la lluvia, que en muchas ocasiones aparece sin previo aviso.
Los animales domésticos también campan a sus anchas en los márgenesdel camino. Cerdos, cabras, gallinas, y también vacas (una sus espectaculares y desproporcionadas cornamentas). Estas últimas solo pueden ser custodiadas por tribus especializadas en su cuidado. En Uganda existen 53 tribus, con su propia lengua (todos pueden comunicarse en Swahili, a pesar de ser una lengua poco popular por se la propia de policías y militares). Una de esas tribus, los karamango son los que ejercen de pastores de vacas de prominente cornamenta. También los ankole. Se les puede ver pastoreando junto al paso de los coches, vara en mano. Son los que “creen” en las vacas, por eso, solo ellos pueden hacerse cargo.
Otro recorrido interesante es el que conecta el PN Queen Elizabeht con el lago Bunyonyi (que en su interior atesora hasta 29 islas) a través de la carretera Rukungiri. A mano derecha se encuentra un pequeño santuario para los chimpancés formado por dos bosques: el Maramagambo y el Kalinzu. Parte de la carretera está en ampliación y mejora, así que excavadoras y camiones dificultan el trayecto con constantes paradas. A nuestro paso, hemos dejado atrás ciudades como Ishaka, Rwamabondo, Kitondo, Kagamba, Karagyenda, hasta llegar a la gran capital del sur de Uganda: Kabale. Bulliciosa, con tiendas, talleres, hospital, y una electrizante actividad callejera.
En las ciudades y pueblos,dependiendo de su tamaño, resulta habitual encontrar: el “saloon” donde cortarse el pelo, la tienda de móviles y complementos (mayoritariamente patrocinada por Airtel), pequeños almacenes con botellas de bebidas azucaradas y agua, puestos con alimentos como patas y bananas, carnicerías (con la pieza de ternera abierta en canal y colgada del porche, talleres de costura, iglesias católicas y protestantes, y también mezquitas, entre otros muchos establecimientos.
En las ciudades y pueblos de Uganda, dependiendo de su tamaño, los locales cuentan, como es lógico, con más comodidades que las que pueden encontrarse en las pequeñas y remotas villas. Como por ejemplo el “saloon”. Se trata del lugar donde los locales (hombres) se cortan el pelo. También cada vez más común la proliferación de tiendas de móviles y complementos (mayoritariamente patrocinada por Airtel). Suelen verse pequeños almacenes con botellas de agua, pero también de bebidas azucaradas. Puestos con alimentos como patatas y bananas. Las carnicerías ofrecen una estampa de antaño, con una pieza de ternera abierta en canal colgando del porche mientras varias moscas revolotean alrededor. Talleres de costura, iglesias católicas y protestantes, y también mezquitas, entre otros muchos establecimientos. Como información a pie de página, el 60% de los ugandeses son cristianos, el 30%, musulmanes, el resto profesan otras religiones o son agnósticos.