El madrileño sistema electoral

El siguiente trabajo forma parte del trabajo práctico de la asignatura Partidos y Sistemas Electorales del Máster en Análisis Político de la UOC.

Introducción:

El sistema de partidos madrileño ha evolucionado de un bipartidismo o sistema multipartido de dos y medio, caracterizado por la existencia de tres partidos con representación parlamentaria (PP, PSOE e IU), y preponderancia o hegemonía de la formación de derechas, durante casi dos décadas (1991-2011), a un sistema multipartido más fragmentado, con mayor volatilidad electoral, y más polarizado que se ha ido asentando durante los últimos años. Las elecciones de 2015 representan un punto de inflexión, con la aparición de nuevos partidos (Ciudadanos y Podemos) cosa que ha abierto las puertas a un aumento de la fragmentación, con la consolidación de formaciones idiosincrásicas como MÁS MADRID, y populistas de extrema derecha como VOX, pero sobre todo a un aumento y sostenimiento de la volatilidad entre partidos y entre bloques. Eso ha generado un cambio en el sistema de partidos madrileño hacia un multipartidismo moderado de cinco, o incluso a seis formaciones con representación. A pesar de los cambios, el PP se ha mantenido como fuerza predominante, pero ha tenido que recurrir a nuevas fórmulas de gobierno que han roto con los patrones de competencia que se habían repetido tradicionalmente. En  2019, Isabel Díaz Ayuso se vio obligada formar el primer gobierno de coalición para la Comunidad, de la mano de  Ciudadanos. Después de las últimas elecciones de mayo de 2021, el aumento de la polarización, y los buenos resultados electorales para el PP, Ayuso debe tomar una decisión con implicaciones de gran calado: gobernar en solitario, aunque con apoyos externos como el de VOX, o abrir la puerta a la ultraderecha para que entre a formar parte de un gobierno de coalición.

EJERCICIO 1:

Considerando los resultados electorales de las elecciones a la Asamblea de Madrid se pide que determinéis las siguientes magnitudes:

  1. El Número Efectivo de Partidos (ENEP, por sus siglas en inglés).          

Una forma de comprobar la estabilidad o cambio de un sistema de partidos es medir el número de partidos que participan en las elecciones  (ENEP) o, que finalmente, llegan al parlamento (ENLP). Parece obvio que a mayor número de partidos, mayor fragmentación del sistema. Como lo que se nos pide en este primer ejercicio es encontrar diferentes magnitudes en relación a las elecciones a la Asamblea de Madrid, paso primero a mostrar las siguientes tres tablas de confección propia. En la tabla número 1 observamos los resultados para las elecciones en la comunidad de Madrid del pasado 4 de mayo de 2021, y una comparativa con los comicios anteriores de 2019. En la tabla número 2 podemos visualizar el nivel de participación para ambas citas electorales. Por último, en la tabla número 3 se ofrecen los porcentajes de los escaños obtenidos por cada uno de los partidos en relación a los 136 diputados que conforman la asamblea madrileña (aunque el tamaño ha ido variando a lo largo de los años. Los datos acumulados en las tres tablas no serán de gran utilidad para hallar los índices que estamos buscando.

Tabla1: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://resultados2021.comunidad.madrid/Resultados/Comunidad-Madrid/0/es

Tabla2: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://resultados2021.comunidad.madrid/Resultados/Comunidad-Madrid/0/es

Tabla3: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://resultados2021.comunidad.madrid/Resultados/Comunidad-Madrid/0/es

Para obtener el Número Efectivo de Partidos Electorales de las pasadas elecciones en la comunidad madrileña utilizaremos la fórmula propuesta tanto por los materiales didácticos como por el propio enunciado. Esta es la siguiente:

ENEP = 1 / ∑v2 


Hay que tener en cuenta que v es la proporción de votos válidos obtenidos por cada uno de los partidos que se ha presentado a las elecciones.

En este caso la manera de proceder sería la siguiente. Cogemos los porcentajes de voto de los partidos con mayor apoyo electoral y que al menos hayan obtenido como mínimo el 1% de los sufragios, -dado que redondearemos hasta dos decimales para facilitar los cálculos-, (PP 44,73%, MÁS MADRID 16,97%, PSOE 16,85%, VOX 9,13%, PODEMOS-IU 7,21% y Cs 3,57%) y dividimos cada uno de esos porcentajes por 100, de modo que la magnitud quede en relación a 1. Una vez hecho esto, de cada uno de los coeficientes se obtiene su cuadrado. Se realiza un sumatorio. En este caso es: 0,27. Finalmente se realiza la siguiente división: 1/0,27. Y de esta manera se obtiene el ENEP para las últimas elecciones madrileñas.

ENEP = 1 / ∑ (0,45+0,17+0,17+0,09+0,07+0,04)2 = 3,7

El Número Efectivo de partidos, -para las elecciones a la Asamblea de Madrid de 2021-, ha resultado ser 3,7. Esto sugiere que el sistema de partidos madrileño está caracterizado por el multipartidismo.

  • El Número Efectivo de Partidos Legislativos (ENLP, en sus siglas en inglés).

En esta ocasión lo que se los pide es hallar el Número Efectivo de Partidos Legislativos. Para lo cual, también utilizaremos la fórmula que nos proponen los materiales didácticos y el enunciado de la PEC. Esta es la siguiente:

ENLP = 1 / ∑e2 


Hay que tener en cuenta que e es la proporción de escaños obtenidos por cada uno de los partidos que ha entrado en el parlamento.

En este caso la manera de proceder sería la siguiente. Cogemos los porcentajes de los escaños para la Asamblea madrileña obtenidos por cada uno de los partidos con representación parlamentaria (PP 47,8%, MÁS MADRID 17,6%, PSOE 17,6%, VOX 9,6% y PODEMOS-IU 7,4%) y dividimos cada uno de esos porcentajes por 100, de modo que la magnitud quede en relación a 1. Una vez hecho esto, de cada uno de los coeficientes se obtiene su cuadrado. Se realiza un sumatorio. En este caso es: 0,3. Finalmente se procede a dividir 1 entre el sumatorio, es decir entre: 0,3. Y de esta manera se obtiene el ENLP para las últimas elecciones madrileñas.

ENLP = 1 / ∑(0,478 + 0,176 + 0,176 + 0,096 + 0,074)2 
= 3,57

Como vemos, el Número Efectivo de Partidos Legislativos, -para las elecciones a la Asamblea de Madrid de 2021-, es: 3,57. Algo que nos sugiere que los partidos que forman parte del juego parlamentario son entre 3 y 4. En este caso, Partido Popular, Más Madrid, PSOE y VOX.

Llegados a este punto, el ejercicio nos solicita que realicemos un gráfico donde podamos ejemplificar rápidamente la información obtenida. Dado que por el momento he obtenido las magnitudes de el ENEP y el ENLP únicamente para los últimos comicios, lo que propongo es hacer una retrospectiva comparativa.  Escogeremos las últimas elecciones para la Asamblea de Madrid, desde los comicios de 1991 a los últimos del mes de mayo pasado. Empecemos pues por una tabla en donde podamos visualizar los datos de una manera más rápida. A continuación paso a reproducir la tabla número 4.

Tabla4: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

A continuación paso a reproducir el gráfico en el que se aprecia la evolución de ENEP y ENLP para las elecciones madrileñas en el periodo analizado (2021-1991).

Gráfico nº1: Evolución de ENEP y ENLP para las elecciones madrileñas (2021-1991)

Gráfico1: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

  • La Volatilidad Electoral de los varios partidos:

El grado de inestabilidad de las elecciones se puede medir a través de lo que se conoce como índice de volatilidad (VE). Para obtener esta magnitud utilizaremos la fórmula que se aporta en los materiales didácticos. Esta es la siguiente.

VE = ½ ∑ i = 1,n [ vitvit+1]

Teniendo en cuenta que V es la fracción de votos obtenida por cada partido y en las elecciones celebradas en el momento t y t+1. Así pues, para obtener la volatilidad electoral de los partidos del sistema de partidos de la Comunidad de Madrid antes debemos recopilar los resultados electorales. Esto lo podemos ver en la siguiente tabla, la número 5.

Tabla5: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

A partir de los resultados expresados en la tabla anterior, la forma de proceder será la siguiente. Únicamente tendremos en cuenta aquellos partidos que hayan sobrepasado el umbral electoral del 5% (salvo para Ciudadanos en las últimas elecciones, -requisito legal para la Asamblea de Madrid-, y procuraremos realizar las comparaciones en función de la existencia de los mismos partidos para los diferentes comicios, siempre que sea posible. De tal manera que, mediante el uso de la fórmula anterior podamos ofrecer los resultados extraídos en la siguiente tabla, la número 6.

Tabla6: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

De la tabla anterior se puede inferir que la media del índice de volatilidad del sistema de partidos madrileños se sitúa en 21,08 puntos. Y si tomamos como referencia la aparición del PP como fuerza aglutinadora de la derecha y del centro-derecha, es decir, si analizamos los ciclos electorales desde 1991 en adelante, esa media cae hasta los 13,5 puntos.

  • La volatilidad electoral en el bloque de la derecha y en el de la izquierda:

La volatilidad electoral también puede calcularse en relación con bloques ideológicos, de izquierda y de derecha. Y la manera de calcular esta nueva magnitud es la misma que con el índice de volatilidad electoral de los partidos, con la diferencia que el sumatorio de los subtotales se hace por separado. Uno primero para los partidos de izquierda o centroizquierda, y otro para los partidos de derecha o centro-derecha. Bien, para empezar a operar deberemos situar en el eje izquierda-derecha a los principales partidos que estuvieron en liza en las últimas elecciones madrileñas. Para ello utilizaremos datos extraídos del Barómetro del CIS de abril de este año. Nos interesa conocer en qué espacio del eje ideológico, a ojos de los encuestados, se colocan los diferentes partidos políticos. Y para ello recogeremos los resultados de la pregunta 32 del CIS (2021) en donde se pide ubicar a los líderes nacionales de la mayoría de los partidos que se presentaban a los comicios madrileños (con la excepción de MÁS MADRID). Entendemos que al ser líderes de sus formaciones a nivel estatal, la ubicación ideológica que los encuestados otorguen a cada uno, se puede extrapolar a su partido a nivel regional. Y también entendemos que la ubicación ideológica será compartida tanto para el partido a nivel estatal, como autonómico. Del caso de MÁS MADRID nos ocuparemos luego.  Pasamos a reproducir la pregunta extraída del CIS en la tabla número 7.

Tabla7: Pregunta 32 del Barómetro del CIS de abril de 2021, extraída de: http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3300_3319/3318/es3318mar.pdf

Hay que tener en cuenta que en una escala espacial izquierda-derecha, en la que 1-2 es extrema izquierda y 9-10 es extrema derecha, los partidos son ubicados por los encuestados en diferentes posiciones. Estas, además de las dos anteriores abarcan: izquierda (3-4), centro-izquierda (4-5), centro (5-6), centro-derecha (6-7) y derecha (7-8).  En base a lo anterior, de la tabla número 7 podemos extraer los siguientes resultados plasmados en la siguiente tabla, la número 8.

Tabla8: Confección propia a partir del Barómetro del CIS de abril de 2021, extraída de: http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3300_3319/3318/es3318mar.pdf

En cuanto a MÁS MADRID, a pesar de que el CIS no pregunta sobre la ubicación ideológica de Íñigo Errejón, líder de la formación a nivel nacional (MÁS PAÍS), podemos determinar que el partido se sitúa en el espacio de la izquierda. Si bien su creación se produce a raíz de la escisión en PODEMOS (del que ya sabemos que se sitúa en el ámbito ideológico de la extrema izquierda, según los encuestados) eso también nos da pistas de su propia ubicación. Ese proceso traumático para la formación de Pablo Iglesias, -con la participación de Errejón y de la ex alcaldesa madrileña Manuela Carmena,- lo explica muy bien Roberto Bécares para el periódico EL MUNDO (2019):

“Es un traidor. En aquella reunión de urgencia de la cúpula de Podemos el pasado 17 de enero la frase se repetía como un mantra. Errejón, el más novel de los fundadores del partido, acababa de dar un cornada de dos trayectorias a la formación al anunciar que se sumaba a la plataforma Más Madrid para tratar de gobernar la Comunidad. Por un lado, dejaba a Pablo Iglesias sin un candidato para Madrid a poco más de cuatro meses para las elecciones. Por otro, colocaba un cerrojazo de facto a las negociaciones que Podemos y Carmena mantenían para conformar una lista de unidad de cara a las municipales, desdibujando así una de las armas electorales del partido: que ya gobernaban con «éxito» un gran ayuntamiento, el de la capital, y que pretendían revalidarlo.” (Bécares, 2019)

Bien, una vez determinado el espectro ideológico de MÁS MADRID, quedará por determinar el de IU. Eso es relativamente fácil dado que Izquierda Unida es un partido que tradicionalmente podemos considerar de izquierda e extrema izquierda, heredero del PCE. También aparece en un par de ocasiones la formación UPyD que la podemos ubicar en el ámbito ideológico de la derecha.

Ahora sí, controlados los dos bloques ideológicos, pasamos a detallar los ciclos electorales sobre los que vamos a operar para obtener los diferentes índices de volatilidad electoral entre bloques. El periodo se extiende entre las elecciones de 2021 y las de 1991. De esta manera obtenemos una foto en el tiempo de la evolución de los partidos para el periodo más estable (obviamos los ciclos 1991-1987 y 1987-1983) hasta llegar a los últimos ciclos electorales más recientes, donde las ideologías se han reconfigurado en nuevos partidos. Bien, una vez determinado los dos espectros ideológicos, procederemos a calcular la volatilidad electoral entre bloques. Los resultados se ofrecen en la siguiente tabla, la número 9.

Tabla9: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

A la vista de los resultados sobre la volatilidad “intra” bloques de la tabla anterior podemos decir que hay mayor volatilidad en la izquierda (6,13), que en la derecha (4,3).

d.1.) La volatilidad entre bloques:

Por último, en cuanto volatilidad, podemos también calcular la volatilidad entre bloques. Es decir, hacemos un sumatorio de los ámbitos ideológicos de izquierda, y centro-izquierda, y de derechas y centro-derecha, para cada elección, los restamos para obtener la diferencia, y hacemos lo propio con la elección justo anterior, para saber cuál ha sido el diferencial y el movimiento entre bloques. De tal manera, que la volatilidad electoral entre bloques ideológicos para la Comunidad de Madrid (para los ciclos electorales comprendidos entre 2021 y 1995) queda expresada en la siguiente tabla, -la número 10-, en la que hacemos un recopilatorio de todas las magnitudes obtenidas en relación a la volatilidad electoral.

Tabla10: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

Sobre la volatilidad entre bloques ideológicos, a la vista de los resultados expuestos en esta última tabla, podemos decir que, teniendo en cuenta la media que se sitúa en los 3,1 puntos, estamos ante una volatilidad baja. Una vez obtenidas las diferentes volatilidades paso a reproducir un gráfico en el que se observa la evolución de cada una de ellas.

Gráfico nº2: Evolución de las diferentes volatilidades electorales para la Asamblea de Madrid.

Gráfico2: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

  • El Índice de Desproporcionalidad (D)

El índice de desproporcionalidad (D) mide la diferencia entre el porcentaje de votos obtenido y el porcentaje de escaños atribuido a cada partido. Se trata de uno de los indicadores, -junto con el de votos de los partidos en el gobierno, la diferencia entre el legislador mediano y el votante mediano y la diferencia entre la medida gubernamental y el votante mediano-, con el que se puede calcular, en parte, el efecto que cada sistema electoral tiene sobre la representación de las preferencias de los ciudadanos. Hay que tener en cuenta que: (D) es el índice de desproporcionalidad, v es el porcentaje de votos, s el porcentaje de escaños, e y denota cada partido. Así pues, a continuación reproduzco la fórmula que utilizaremos para hallar esta nueva magnitud:

D = (i=1i=n [sivi] /2

Una vez hecha esta breve introducción sobre la naturaleza de este índice y la manera de obtenerlo, pasemos ahora a ver cómo lo aplicamos para los resultados de las últimas elecciones a la Asamblea de la Comunidad de Madrid. Para ello utilizaremos los datos obtenidos en la tabla número uno. En ella, además de otras informaciones, disponemos del porcentaje de votos y también del porcentaje de escaños que han obtenido los partidos que han conseguido representación parlamentaria. El índice de desproporcionalidad para cada uno de los partidos se ofrece en la siguiente tabla, la número 11.

Tabla11: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento

Llegados a este punto, el ejercicio nos vuelve a pedir que plasmemos en un gráfico la magnitud hallada. Para ver la evolución de la desproporcionalidad propongo analizar este índice para las diferentes elecciones comprendidas entre 2021 y 1991. Los resultados se muestran primero en esta tabla, la número 12, y luego en el siguiente gráfico, el número 3.

Tabla12: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

Gráfico nº3: Tendencia de la desproporcionalidad en los resultados electorales para la Asamblea de Madrid 2021-1991

Gráfico3: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

A partir de la tabla anterior, pasamos a ordenar los partidos que han registrado de desproporcionalidad, de mayor a menor: PP (11,3%), MÁS MADRID (3,51%), PODEMOS-IU (3), CS (2,6%), PSOE (2,5%), VOX (1,93%), UPYD (0,9) e IU (0,5%).

  • Las Coaliciones vencedoras que se han formado y se pueden formar después de la última elección según los diferentes criterios:

En cuanto a la formación de coaliciones gubernamentales, tal y como señalan los materiales didácticos, existen dos escuelas teóricas que atribuyen diferentes motivos a los actores políticos por los cuales negocian los pactos, de una manera u otra. Por un lado, contamos con las teorías de maximización del poder que parten del supuesto de que los políticos quieren obtener la máxima cuota de poder posible, al mismo tiempo que descartan las preferencias ideológicas. Por el otro, tenemos las teorías de las preferencias ideológicas, precisamente, que se inclinan a atribuir a los políticos y partidos un interés predominante para llevar a cabo políticas próximas a sus programas electorales. A partir de esta dicotomía, podemos destacar que existen varios modelos en la formación de coaliciones, dependiendo si se rigen por unas teorías u otras, o incluso, si las terminan conjugando.

  1. Riker (Coaliciones Ganadoras Mínimas en escaños).

Riker es uno de los autores que se decantan por coaliciones ganadoras mínimas, independientemente de las preferencias políticas. En su caso, considera que la coalición ganadora mínima incluye el número más pequeño de escaños posible en el parlamento. La literatura nos dice que son precisamente coaliciones ganadoras mínimas porque se convertirían en coaliciones perdedoras si cualquiera de sus miembros saliera del gobierno. Esta forma de operar es la única que garantiza el número menor de escaños necesario para controlar el parlamento. El resto de coaliciones mínimas tiene un número de escaños superior, y su formación es menos probable, porque el poder debería dividirse entre más parlamentarios, algo que va totalmente en contra de la premisa inicial.

Para aplicar el modelo de Riker a una posible coalición de gobierno en la Asamblea de Madrid, dados los resultados electorales para las elecciones del pasado 4 de mayo, utilizaremos de nuevo los datos obtenidos en la tabla número 1. Además, hay que tener en cuenta dos elementos que para el asunto que nos traemos entre manos son fundamentales. Por un lado,  la magnitud total de la asamblea madrileña es de 136 escaños. Por el otro, la mayoría absoluta se consigue con 69 escaños.

En este sentido, tenemos que decir que el PP de Isabel Díaz Ayuso consiguió 65 escaños y se quedó tan solo a 4 de la mayoría absoluta. Según el modelo de coalición de  Riker sería fácil caer en la tentación de pensar en una coalición con PODEMOS-IU, que es el último partido que obtuvo representación pero con menos escaños. Pero la suma de diputados de esa unión (75), sería superior a otra coalición (MÁS MADRID, PSOE, VOXC Y PODEMOS-IU), por esperpéntica que parezca, y eso no la convertiría en una coalición mínima ganadora en escaños. Dado que el modelo de Riker busca una coalición de gobierno que tenga el menor tamaño posible en escaños, la mejor opción para formar una coalición, -despojando esta transacción de cualquier otro interés que no sea el meramente numérico-, sería, como ya he adelantado:

MÁS MADRID (24) + PSOE (24) + VOX (13) + PODEMOS-IU =71 escaños.

Observamos que esta fórmula reduce en 4 escaños la coalición que  a priori nos podría parecer más adecuada (PP+PODEMOS-IU). Comprobamos también como cualquier otra combinación que alcanzara la mayoría absoluta superaría a esta coalición mínima ganadora, en escaños.

  • Leiserson Coaliciones Ganadoras Mínimas en partidos)

Por su parte, Leiserson al igual que Riker, considera que los políticos son actores no ideológicos durante la formación de coaliciones de gobierno. Pero además, en su caso, lo que prioriza es el menor número posible de partidos involucrados. Así pues, dada la privilegiada posición del Partido Popular, -rozando la mayoría absoluta-, podemos decir que puede formar parte de todas las coaliciones ganadoras mínimas en partidos. En este caso las posibilidades son varias:

PP (65) + MÁS MADRID (24) = 89

      PP (65) + PSOE (24) = 89

      PP (65) + VOX (13) = 78

                                         PP (65) + PODEMOS-IU (10) = 75

Vemos que hay cuatro coaliciones ganadoras mínimas de partidos posibles. Es decir, con tan solo dos partidos, -el mínimo número de formaciones políticas-, se consigue superar la mayoría absoluta.

  • Axelrod (Coaliciones Mínimas Conectadas)

El modelo de Axelrod propone combinar las teorías de maximización del poder y las de las preferencias ideológicas para predecir la formación de coaliciones ganadoras mínimas conectadas. Y lo hace en base a dos premisas. La primera es que este teórico afirma que a medida que el grado de conflicto entre varios partidos disminuye, se reducen los costes de negociar, y al mismo tiempo, aumentan su capacidad para establecer y sostener coaliciones. Y la segunda implica que el grado de conflicto en una coalición de partidos decae a medida que menguan las diferencias ideológicas de los partidos de gobierno.

Los materiales didácticos advierten que las coaliciones ganadoras mínimas conectadas son las coaliciones formadas por miembros adyacentes en el continuum ideológico que dejan de tener una mayoría parlamentaria y/o de estar conectadas si ninguno de sus miembros las abandona. Veamos en el siguiente gráfico la disposición en la escala ideológica izquierda-derecha de los partidos que obtuvieron representación parlamentaria para las elecciones del pasado 4 de  ayo en la Comunidad de Madrid. Hemos codificado los diferentes partidos en letras (A,B,C,D,E y F) para facilitar la compresión del gráfico.

Del gráfico anterior se puede concluir que según el modelo de coaliciones mínimas conectadas de Axelrod, para el caso madrileño únicamente habría tres combinaciones posibles. Por un lado, encontramos una amalgama de partidos,             -desde extrema izquierda hasta llegar al PP-, que de forma conectada, sumando con MÁS MADRID y con el PSOE, rebasarían la mayoría absoluta de largo, obteniendo esta coalición 123 diputados. Se trata de una coalición muy poco realista, pero que cumpliría con los requisitos requeridos por el modelo de Axelrod. La segunda de las coaliciones es la formada por PP y PSOE, que alcanzarían juntos 89 diputados. Esta también es una coalición algo difícil de asimilar porque aunque la izquierda y centro-izquierda y el centro-derecha y la derecha estén al lado los unos de los otros en el continuum ideológico, la unión de la izquierda y la derecha madrileñas parece tener muy difícil cuajo. Y ya, por último, la tercera opción es la coalición entre PP y VOX, que juntos obtienen 78 diputados. Se trata de una coalición mínima conectada, aunque también bien podría ser una coalición ideológica, y una de las opciones con más posibilidades reales.  El resto de combinaciones, no logran superar el umbral de los 69 escaños necesarios para obtener la mayoría absoluta.

En los materiales didácticos se nos dice que el modelo de Axelrod puede refinarse y puede hacerse más estricto si se combina con el modelo de Riker (minimizando el número de escaños) o si se combina con el modelo de Leiserson (minimizando el número de partidos). Para la primera combinación, la coalición AE es la que procura un menor número de escaños, es decir, los 78 que conseguirían juntos PP y VOX. En cuanto a la segunda opción, aparecen dos coaliciones posibles: AE, y AC. En los dos casos hablamos de un pacto entre dos formaciones políticas, pero en el caso de la coalición de PP con PSOE, el número de escaños es superior, llegando hasta los 89.

Una vez vistas todas las magnitudes obtenidas para los diferentes tipos de coaliciones requeridas, la siguiente tabla, -la número 13-, hace un resumen para que sea de más fácil y rápida comprensión. Los partidos siguen estando codificados mediante letras. Así pues: PP(A), MÁS MADRID (B), PSOE (C) VOX (D) y PODEMOS-IU (E).

Tabla13: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento

  • Coaliciones futuras y criterios: Si los gobiernos han sido finalmente de coalición, ¿qué criterio de los anteriores se ha acabado imponiendo?

En una entrevista audiovisual para la agencia EFE publicada el pasado 24 de abril de este año, Isabel Díaz Ayuso aseguró que “libertad significa monocolor con grandes gestores, que si tienen que venir de otros partidos así será”. (EFE, 2021) Su partido, el PP, cerca ha estado de conseguir este objetivo, -el de formar un gobierno monocolor de mayoría absoluta-, directamente con los 65 escaños que ha conseguido tras las elecciones. De hecho, tal y como apunta el rotativo Cinco Días, el diario especializado en economía de EL PAÍS, la opción más cómoda para la presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid es negociar una abstención de los de Rocío Monasterio (CINCO DÍAS, 2021). A partir del día siguiente a los comicios, para Ayuso se vislumbran dos caminos. Alcanzar un acuerdo para conseguir la abstención de VOX, con lo que podría ser investida presidenta con más síes que noes (en concreto 65 a 58), -y plantearse un gobierno en solitario con el apoyo externo de la formación de ultra derecha-, o explorar la vía de una coalición de gobierno, haciendo entrar en el ejecutivo a VOX, sumando 78 diputados.

Como ya hemos adelantado, un gobierno a dos no sería la opción preferida para Ayuso, pero si finalmente se llegara a un pacto de coalición con VOX, en ese caso podríamos determinar de qué tipo sería, en función de lo expuesto en los ejercicios anteriores.  Dado que la formación de la coalición PP+VOX consta del mínimo de partidos posibles pero no del mínimo de escaños, podemos descartar que se trate de una coalición ganadora mínima en escaños de Riker (puesto que habría una alternativa de coalición formada por MÁS MADRID, PSOE, PODEMOS y VOX, que sumarían 71 escaños, siete menos que la formada por PP y VOX), y al mismo tiempo podemos afirmar que se trata de una coalición ganadora mínima en partidos de Leiserson (dado que es una de las alternativas a dos partidos que superan la mayoría absoluta). Por otra parte, la coalición PP-VOX encajaría con la opción combinada del modelo de Axelrod y del modelo de Leiserson (coalición mínima conectada y coalición formada por el mínimo número de partidos posible).

EJERCICIO 2:

1. El sistema de partidos políticos madrileño

1.1. Resumen:

El sistema madrileño de partidos ha experimentado cambios a partir de las elecciones de 2011, pero aun más, con los comicios de 2015, cuando se produce un punto de inflexión. Aparecen nuevos partidos que como UPyD, CIUDADANOS, PODEMOS y MÁS MADRID, que consiguen representación parlamentaria. De ser un sistema bipartidista, -o de dos partidos y medio (PP-PSOE e IU), con el PP como partido hegemónico durante casi dos décadas-, se ha convertido en sistema multipartido moderado con un cierto predominio del PP. Como consecuencia de la entrada de nuevas formaciones aumenta la fragmentación electoral y también la volatilidad entre partidos y en cada uno de los dos bloques ideológicos, sobre todo en el de la izquierda (no tanto en la volatilidad intra bloques).  Eso también ha impreso cambios en el sistema, sobre todo en el patrón de competencia, introduciendo la coalición como nueva forma de gobierno en la comunidad (PP-CIUDADANOS en 2019. Por último, la polarización ideológica, fruto del clivaje de clase social, atizado en las últimas elecciones del pasado 4 de mayo, tanto por Ayuso, como por Iglesias, ha beneficiado a la líder popular, que ahora ve como la única coalición posible es con la ultraderecha de Vox. Aunque no es esta su única opción para gobernar la comunidad de Madrid, durante los próximos dos años.

1.2. Evolución del sistema de partidos madrileño:

El sistema de partidos madrileño puede considerarse un sistema multipartidista que ha experimentado tres cambios principales de tendencia, -a lo largo de los años- que matizan esta clasificación y que le aportan una mayor caracterización. La primera tendencia (elecciones 1987-1983) tiene que ver con la existencia de un partido predominante (PSOE), a pesar de que, como decía Sartori (1976) haya pluralismo político. Lo vemos con los tres mandatos consecutivos del socialista Leguina (es el momento en el que la derecha y el centro-derecha se repartían entre el CDS, AP, el FAP, y en el que la extrema izquierda se aglutinaba entorno al PCE), que gobernó desde los primeros comicios en democracia en 1983, hasta las elecciones de 1995.  A partir de ahí, se produce una alternancia en el partido que ostenta la predominancia, y es el PP quien consigue gobernar de forma indiscutible hasta la actualidad (a la espera de la configuración del nuevo gobierno que pueda hacer Isabel Díaz Ayuso). Por lo tanto, no podemos hablar de un bipartidismo estricto en términos de alternancia en el poder, en el sentido de estructura bipolar. El tercer cambio de tendencia tiene que ver con la irrupción de nuevos partidos políticos en 2015 (Ciudadanos y Podemos) que rompe con el patrón de los tres partidos políticos (PSOE, PP e IU) que se llevaban toda la representación parlamentaria, y que se ha ido repitiendo durante casi dos décadas, del 1991 al 2011. Pero, del aumento en la fragmentación, el PP continúa siendo el partido predominante en el escenario político madrileño.

Como vimos en la PEC3 sobre las diferentes tipologías de los sistemas de partidos, a la enumeración de Sartori le aparecen diferentes matizaciones, hechas por otros autores-, que tratan de refinarla. Por ejemplo, si tenemos en cuenta las aportaciones que hace Mair, este distingue entre sistemas de partidos en los que la competencia está totalmente cerrada, y aquellos en donde la competición está abierta. (Mair, 2006:66) Para el caso madrileño, teniendo en cuenta el prolongado periodo de tiempo en que tan solo tres partidos obtenían representación y en que uno de ellos (PP) se arrogaba el papel claramente predominante (aunque también lo tenga en la actualidad) podemos decir que, tomando la definición de Mair, nos encontramos ante un sistema de partidos cerrado. Un sistema en que, como hemos comprobado, los patrones son totalmente predecibles y donde los actores en competencia son plenamente familiares y ningún partido nuevo o alianza tiene una oportunidad real de acceder al gobierno. Hasta un cierto punto podemos hablar de un alto nivel de sistematismo para el sistema de partidos madrileño. Eso, para el periodo comprendido entre 1991-2011.

En 2015 se produce un punto de inflexión con respecto al modelo descrito debido a la aparición de Ciudadanos y Podemos. Mainwaring y Scully (1995a) consideran tres factores que son los que determinan si, efectivamente, un sistema de partidos ha desarrollado un cambio sustancial. Estos son: cuando se identifica un cambio en la estructura predominante de competencia, es decir, una modificación en el patrón predominante de alternancia en el gobierno (algo que de momento no hemos observado), cuando una nueva alternativa de gobierno emerge (hasta cierto punto la coalición PP-Ciudadanos en 2019 podría considerarse algo parecido), o cuando un nuevo partido o alianza de partidos gana acceso al gobierno por primera vez (podemos sacar de nuevo a colación el acceso de un nuevo partido como es Cs al gobierno coaligándose con el PP).

Continuando con las matizaciones a la clasificación de Sartori. Lo que para muchos teóricos podría considerarse un sistema bipartidista (el madrileño), para Blondel este sistema de partidos también puede clasificarse como un sistema de dos partidos y medio. Según el teórico esto sucede cuando los dos partidos principales obtienen un resultado entre el 75 y 80% del sufragio total, pero existe una diferencia de promedio más alta entre el primero y el segundo, entorno al 10,5%. Si echamos mano de los resultados obtenidos en el primer ejercicio podemos hacer una pequeña retrospectiva que nos arrojará más luz al respecto. En las elecciones de 1991, PP y PSOE obtuvieron el 87,1% de los votos, pero los populares tan sólo sacaron un 5,9% más de diferencia con respecto a los socialistas. En las siguientes, en 1995, los dos partidos consiguieron sumar el 83,5% del sufragio, y en este casi el PP consiguió una diferencia del 21,3% sobre el PSOE. Para los comicios de 1999, los dos grandes partidos aglutinaron el 92,1% de los votos, y el PP obtuvo una diferencia favorable de un 15,7% sobre el PSOE. Para las siguientes elecciones, las de mayo de 2003, a pesar de que los dos partidos se llevaron la mayoría de votos, 91,8%, el PSOE recortó distancias y el PP tan sólo obtuvo una diferencia de un 7,25%. Para las elecciones de octubre del mismo año, los dos partidos consiguieren el 91,9% del sufragio y el PP tuvo una diferencia a su favor del 10,9%. Para los comicios siguientes, los de 2007, PP y PSOE aglutinaron el 90,8% de los votos, y el PP tuvo un 20,8% más de apoyo electoral con respecto a los socialistas. En las elecciones de 2011, PP y PSOE obtuvieron el 83,7% del sufragio y el PP registró una diferencia del 27,9% por encima del segundo partido más votado, el PSOE. Se trata de la mayor diferencia hasta el momento, y algo tuvo que ver la irrupción de UpyD, como avanzadilla de lo que estaba por llegar (algunos votantes socialistas se fueron a las filas del nuevo partido).

Y llegamos al punto de inflexión, las elecciones de 2015. Por primera vez desde 1991, PP y PSOE juntos no alcanzan el 80% o más de los sufragios. En este caso tan solo sumaron el 65,9% de los votos. El PP obtiene una diferencia sobre el PSOE de solo el 8,5%. Y además, hay que tener en cuenta que surgen partidos nuevos con representación como PODEMOS-IU y Cs. Para los siguientes comicios, los de 2019, se mantiene esta tendencia a la baja, PP y PSOE consiguen todavía menos apoyo electoral juntos del que habían conseguido en 2015, pasan del 65,9% al 50,7% de los votos. El PSOE se pone por encima de los populares por primera vez desde las elecciones de 1987, con un diferencial del 5,3%, y se mantienen los partidos nuevos e incluso irrumpen un tercer y cuarto partido: MÁS MADRID y VOX. Finalmente, y a pesar de los buenos resultados del PP para las elecciones de 2021, populares y socialistas tan solo sumaron el 65,4% de los votos, si bien es cierto que el PP obtuvo la mayor diferencia sobre los socialistas de su historia (30,2%) pero en este caso, PSOE no quedó segundo clasificado (por primera vez desde las elecciones de 1991) sino que lo hizo un nuevo partido MÁS MADRID (al que por cierto los populares sacaron la misma diferencia que con respecto al PSOE, un 30,2% más de los votos).

A la vista está que durante muchos años, -y siguiendo la tipología de Blondel (1968)-, el sistema de partidos madrileño ha sido de dos partidos y medio, con un PP y PSOE que sumaron en numerosas elecciones más del 80% del sufragio, un Partido Popular que consiguió un promedio superior al 10,5% con respecto al PSOE, y una Izquierda Unida que se convirtió en el invitado de piedra en “la fiesta” del reparto de escaños para la Asamblea de Madrid. En 2011 y, sobre todo, a partir de 2015 se produce un cambio en este patrón, y parece instalarse una nueva tipología también determinada por Blondel: sistema de partidos multipartido con un partido predominante. El ejemplo lo encontramos en las últimas elecciones de 2021. A la vista está que el PP continúa gozando de predominancia, consiguiendo casi el 50% de los sufragios, pero el número de partidos con representación parlamentaria ha aumentado, ha pasado de tres a cinco.

Tal y como propone Wolonitz (2006), si tomamos en cuenta la relación que existe entre el tamaño y la fuerza relativas de los partidos con representación parlamentaria, podemos vislumbrar el cariz que ha tomado el sistema de partidos madrileño. Según la clasificación de Siaroff, el sistema madrileño podría considerarse como sistema multipartido moderado con un partido dominante, ya que, cuenta con entre tres y cinco partidos que logran rebasar el umbral electoral, y uno de ellos destaca por encima del resto debido a su gran apoyo en porcentaje de votos.

1.3. Fragmentación:

El sistema de partidos madrileño se caracteriza por un nivel de fragmentación relativamente bajo. Tal y como hemos visto anteriormente, la media del número efectivo de partidos electorales (ENEP) y la del número efectivo de partidos legislativos (ENLP) es la misma (2,83) para los comicios celebrados entre 2021 y 1991, ambos años incluidos. Aunque observamos como la tendencia a partir de 2015, y para las elecciones siguientes hasta las últimas en 2021, la tendencia es hacia un aumento tanto del ENEP como del ENLP. Ese sería el resumen a grandes trazos. Antes de desarrollarlo un poco más, podemos empezar por comprobar como los dos indicadores se solapan en la mayoría de ocasiones (se obtiene la misma magnitud), mientras que en tan solo tres elecciones (1991, 1995 y 2003-Octubre) el ENEP es superior al ENLP. Normalmente hay un número mayor de partidos electorales que luego el número de partidos legislativos a tener en cuenta. Aunque, como vemos, para el caso madrileño ambos índices coinciden bastante.

Podemos apreciar además algunas tendencias. Para las elecciones que van desde las de 1991 hasta las de 2011, el ENEP y ENLP no supera el valor de 2,5, de forma mayoritaria. Esto es coincidente con un evidente patrón que se repite para ese mismo periodo. Son tres partidos principales los que se llevan la mayor parte del apoyo electoral y todo parlamentario: PP, PSOE, y en un tercer lugar, IU. En la mayoría de estos comicios, el PP superó o, en su defecto, se aproximó al 50% del sufragio. En el caso del PSOE, el apoyo es más oscilante, pero ronda el 30-40% de los votos. Finalmente, para IU, el apoyo electoral, aunque oscilante, rondó el 10% en la mayoría de ocasiones. Este patrón nos da una pista importante que corrobora tanto el ENEP como el ENLP hallados. Entre dos partidos y tres (PP,PSOE e IU), -de ahí la magnitud aproximada de 2,5-, son los que hay que tener en cuenta electoralmente, pero también parlamentariamente. Aunque para este último supuesto, la cosa esté básicamente entre dos formaciones (PP y PSOE).

Por otra parte, podemos observar como el menor ENEP y de ENLP se registraron en 2003, cuando hubo una repetición electoral, debido al famoso episodio de transfuguismo conocido como el “Tamayazo”. Unas primeras elecciones en mayo y posteriormente en octubre. El menor ENEP (1,56) se registró en los comicios de mayo, mientras que el menor ENLP (2,1) en las siguientes. Cabe decir que se presentaron las mismas formaciones y que la repetición de resultados favoreció al PP, que en ambos comicios se llevó el gato al agua. En el hecho que entre unas elecciones y otras pasara tan solo medio años puede encontrarse la causa de la aparición de unos índices tan bajos de fragmentación. Es decir, en tan poco tiempo es complicado que surjan nuevas formaciones políticas a tener en cuenta, o que algunas de las ya asentadas sufra un gran descalabro.

Por último, el mayor ENEP y ENLP (5, para los dos casos) se registró para las elecciones de 2019, algo que coincide con que, desde 1991, esos comicios reportaron el mayor número de partidos con representación parlamentaria, hasta seis formaciones. Estamos hablando de PP, PSOE, MÁS MADRID, VOX, PODEMOS-IU y Cs. En el caso de PODEMOS, la suya fue la más baja de todos. Así que tiene todo el sentido del mundo que los dos índices se sitúen en el 5. Además, conviene tener en cuenta que para esas elecciones tanto PP como PSOE sufrieron una bajada importante en cuanto al apoyo electoral. Más para el caso del PP (que pasa de un 37,2% de los votos en 2015, a un 22,7% en 2019). De hecho, Ayuso necesitó formar coalición con Ciudadanos, como ya sabemos. De todos modos, este aumento tanto del ENEP como del ENLP, es algo que se empieza a vislumbrar en las elecciones de 2015 (ENEP 3,57 y ENLP 3,57), momento en que se rompe el bipartidismo/sistema multipartido de dos partidos y medio imperante (también en la comunidad madrileña) e irrumpen con fuerza, tanto Podemos (20,9% de los votos) Ciudadanos (13,2%). Para las últimas elecciones, tanto el ENEP como el ENLP sobrepasan la media y se sitúan en el 3,7 y 3,57, respectivamente, debido a los buenos resultados de MÁS MADRID y PODEMOS. Y, personalmente creo que los índices no se incrementan tanto, en comparación con las elecciones de 2019 gracias al espectacular crecimiento del PP, a pesar del descalabro del PSOE, que consigue su peor resultado para la Asamblea de Madrid, en democracia

1.4. Representatividad:

Para saber si el sistema electoral madrileño es más o menos representativo contamos con el índice de desproporcionalidad que mide la diferencia entre el porcentaje de votos obtenido y el porcentaje de escaños atribuido a cada partido. Esta magnitud es una de las herramientas que podemos utilizar para valorar hasta qué punto la ley electoral madrileña distorsiona la representación de los intereses de los electores. Al contrario de los sistemas mayoritarios, para las elecciones a la comunidad de Madrid se utiliza un sistema proporcional. Eso, en teoría, y teniendo en cuenta que los distritos no son uninominales sino plurinominales, debería mejorar el grado de representatividad. A grandes trazos podemos afirmar que el sistema ejerce una mayor desproporcionalidad que beneficia al partido más votado, especialmente cuanta mayor diferencia haya entre este y el segundo con más apoyo electoral. Veamos, según los datos obtenidos en el ejercicio anterior, la desproporcionalidad que ha operado para los diferentes partidos políticos que se han presentado a las elecciones entre 2021 y 1991.

De media, el Partido Popular madrileño es el que más desproporcionalidad registra entre el porcentaje de votos conseguido y el porcentaje de escaños repercutido, se sitúa en el 4%. Le sigue MÁS MADRID, con una desproporcionalidad media del 3,51%. Luego PODEMOS-IU con un 3%. Después CIUDADANOS, con un 2,6%. Luego el PSOE, con un 2,5%. Posteriormente VOX, con 1,93%. Le sigue UPyD, con un 0,9%, y por último IU, con un 0,5%. Si tenemos en cuenta que desde los comicios de 1991, -cuando el PP se presentó por primera vez como fuerza política aglutinadora de la derecha y centro-derecha-, los populares han ganado sistemáticamente las elecciones, hay que decir que el sistema electoral madrileño ha sido de media más desproporcional con el PP y eso le ha granjeado de media una sobrerepresentación en escaños. Además, hay que recordar que para una mayoría de elecciones se ha repetido el mismo patrón: PP ganador, PSOE segundo, e IU, tercero a mucha distancia (los tres partidos han sido también los únicos con representación parlamentaria durante seis elecciones, del 1991 al 2007. Atendiendo a este último punto, pareciera que de media, el sistema electoral madrileño ejerce una desproporcionalidad beneficiosa mucho mayor sobre el ganador de las elecciones (PP 4%), después en menor medida sobre el segundo partido más votado (PSOE 2,5%) y por último, de forma mucho más atenuada sobre el tercero (IU, 05%).

De esta última idea se puede interpretar que el sistema electoral madrileño favorece la gobernabilidad del primer partido, es decir, del más votado, otorgándole escaños extras en relación a la proporción de votos obtenida. Sin embargo, para aquellos terceros partidos, les hace muy difícil obtener una representación parlamentaria más abultada. Más bien, la desproporcionalidad a su favor es tan baja, que prácticamente se puede decir que no existe tal efecto, o si bien, no es significativo.  Hasta este momento, nos hemos referido a los años en los que en la comunidad madrileña imperaba un bipartidismo, en cuanto a opciones de voto (PP-PSOE) en el que el Partido Popular se presentaba como partido alfa. 

Pero, ¿qué sucede a partir de 2015, cuando irrumpen nuevas formaciones políticas en la ecuación. Ya hemos avanzado que, por mucho que sorprenda, y a pesar de que disponemos de poca data, el segundo partido sobre el que el sistema electoral ejerce una mayor desproporcionalidad ha resultado ser MÁS MADRID (3,51%). Le siguen: PODEMOS (3%), CS (2,6) y, a cierta distancia, VOX (1,93). Para todos ellos, como digo disponemos de poca información, dado que su participación electoral no es comparable con la de partidos vetustos como PSOE, PP e IU. Aún así, sería razonable preguntarse, ¿por qué gozan de una desproporcionalidad relativamente grande de media, mayor incluso que la media del PSOE? Una posible explicación es que a más partidos en juego, los coeficientes de desproporcionalidad también se modifican. Otra, que tanto MÁS MADRID (para las elecciones de 2021) como PODEMOS-IU (para las de 2015), como CIUDADANOS (para las de 2019) quedaron como tercer partido más votado, ante un PSOE y un PP (para el caso de los naranjas) que habían perdido mucho electorado. Una tercera explicación podría encontrarse en la naturaleza de sus bases electorales, asentadas en grandes capitales españolas (a excepción de MÁS MADRID, partido ad hoc). En los tres casos hablamos de votantes urbanitas concentrados en grandes conurbaciones urbanas, de las que la comunidad madrileña va suficientemente servida.

Por último, me gustaría fijarme en el momento de mayor desproporcionalidad registrado en las últimas diez elecciones para la Asamblea de Madrid. Afecta al Partido Popular madrileño y se ha dado en los últimos comicios. El PP obtuvo el 44,73% de los votos pero, sin embargo, el sistema electoral le bonificó con 65 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta. Eso supone una despropocionalidad del 10,13%, la mayor registrada en los años electorales estudiados. Aquí, más allá de explicaciones peregrinas me gustaría sacar a colación el efecto que indudablemente ha tenido el espectacular aumento de la participación, -por otro lado la mayor registrada en democraica en la comunidad, un 76,25%-, en la desproporcionalidad sobre el más votado. También creo encontrar una parte de la explicación en que el PSOE obtuvo su resultado más bajo desde que hay elecciones en la comunidad, un 16,85% de los votos, cosa que le reportó 30 escaños. De hecho, MÁS MADRID le pasó por delante con los mismos escaños (24) pero con algo más de votos (16,97%). Como la distancia en proporción de votos entre el primero más votado y el segundo, y entre el primero y el tercero con mayor apoyo electoral es tan abultada (44,73%-16,97%-16,85%), es normal que el sistema ofrezca una mayor bonificación para el PP, con el objetivo de lograr formar gobierno.

1.5. Estabilidad:

Como ya hemos visto para medir la estabilidad o inestabilidad de un sistema de partidos como, por ejemplo el madrileño, nos hemos de fijar en los diferentes índices de volatilidad electoral, ya sea de partidos, entre el bloque de izquierda y el de derecha, o entre bloques ideológicos. En el ejercicio anterior hemos hallado varias magnitudes para los ciclos electorales comprendidos entre 2021 y 1983, es decir, para todas las citas electorales a la Asamblea madrileña en democracia. De los resultados obtenidos se puede inferir una primera conclusión. La media del índice de volatilidad de los partidos madrileños se sitúa en 21,08 puntos. Aunque observamos varias tendencias y varios momentos a destacar. Como por ejemplo, los dos ciclos electorales desde los primeros comicios democráticos, después de la Dictadura, es decir, desde las primeras elecciones en 1983, y las dos siguientes, 1987 y 1991. Aquí observamos grandes volatilidades, de casi 60 puntos para el ciclo 1987-1983, y de más de 50 puntos para el ciclo 1991-1987. Esto sucede porque, aunque el Partido Socialista aparece como fuerza política aglutinadora de la izquierda y en parte del centro-izquierda, para todos los comicios, no sucede lo mismo en el espectro ideológico de la derecha y de la extrema derecha. En las elecciones de 1983 contamos con AP como abanderado en el espectro de la derecha y centro-derecha. Y por la parte de la extrema-izquierda, al PCE. Pero, para los siguiente comicios, los de 1987, tanto el espacio de la derecha y centro-derecha, como el de la extrema izquierda se reorganizan bajo otras siglas. En el primer caso, con la FAP y la CDS, y en el segundo, bajo las de IU. Encontramos un nuevo cambio, para las terceras elecciones en democracia de la comunidad madrileña, para el espacio de derecha y centro-derecha. Aparece por primera vez el PP, que ya continuará presente para todas la siguientes series o ciclos electorales, hasta los últimos comicios celebrados el pasado 4 de mayo de 2021.

Así pues, la volatilidad electoral aumenta durante estos dos primeros ciclos electorales debido a la aparición y desaparición de formaciones políticas en los primeros años de la democracia. Esta media baja significativa de 21,08 puntos a 13,5. Por eso, he estimado aceptable utilizar una segunda media del índice de volatilidad que abarca las elecciones comprendidas entre 2021 y 1999. Durante este periodo, el sistema de partidos madrileño se asienta y se muestra más estable, con tres partidos principales que aparecen para la mayoría de las citas electorales. Como veremos más adelante, esto cambia, especialmente, para los últimos ciclos.

El momento de menor volatilidad (1,8) se observa para el ciclo 2003-Octubre y 2003-Mayo, el año en el que hubo una repetición electoral. Para el periodo comprendido entre las elecciones de 1991 y 2011, durante esos casi 20 años, el índice de volatilidad se mantuvo estable por debajo de los 10 puntos para los ciclos electorales 1999-1995 y 1995-1991. Para los siguientes cuatro ciclos electorales, el índice de volatilidad registra su tendencia más baja, por debajo de los 5 puntos en la mayoría de ciclos, llegando a 7,1 para el ciclo 2011-2007. Es un periodo en el que se repite sistemáticamente el mismo esquema. Un PP que rondaba o sobreasaba el 50% de los votos, un PSOE que fluctuaba entre el 40 y algo menos del 30%, y una IU que se situaba en torno al 10% de los votos. Para el ciclo 2015-2011, se produce la irrupción de Podemos y Ciudadanos y la ruptura del bipartidismo (PP-PSOE), cosa que conlleva un aumento sustancial del índice de volatilidad (33,8). También desaparece UPyD. Es sintomático ver como el PP pierde más de un 18% de los votos, -que a la postre se puede intuir que van a parar a Cs, que consigue un 19,4% de las papeletas válidas-, y mientras que el PSOE logra ganar casi un 1% más (38,7%). Para el siguiente ciclo, en el que aparece una nueva fuerza política (MÁS MADRID y se mantienen las otras dos advenedizas (PODEMOS Y CIUDADANOS), el índice de volatilidad aumenta hasta situarse en 20 puntos. Aquí se mantiene la caída en picado del PP, que de nuevo pierde porcentaje de voto (pierde un 15,5% más) debido a la catapultación VOX que obtiene por primera vez representación consiguiendo  el 9,1% de los votos. De nuevo el PSOE se mantiene en un 28% del sufragio válido.

Finalmente, para el último ciclo, 2021-2019, se observa el tercer mayor índice de volatilidad después de las primeras cuatro elecciones para la Asamblea de Madrid, ya en democracia. La volatilidad alcanza los 28,16 puntos. Hay que decir que para los últimos comicios se registra una gran participación, del 76,25% y eso puede “desvirtuar” por así decirlo, los análisis comparativos. Esto también coincide con un espectacular crecimiento del PP que duplica sus últimos resultados (consigue un 25,1% más de votos). Todo indica que puede estar relacionado por el voto de vuelta de la desaparición de Ciudadanos, que no consigue sobrepasar el umbral del 5%.  Por otra parte, se produce un aumento del porcentaje de voto de MÁS MADRID (2,4% más), también con un aumento del porcentaje de voto para PODEMOS  (2,1% más). También destaca los resultados electorales del PSOE por ser los peores de la formación desde el inicio de la democracia. Tan solo consigue el 17,6% de los votos (es supone un 10,4% menos). Finalmente VOX mantiene el porcentaje obtenido en su debut y lo aumenta un poco (9,6%).

Sobre la volatilidad electoral en el bloque de las izquierdas y en el de las derechas los resultados obtenidos en el ejercicio anterior nos muestran que hay una mayor volatilidad en la izquierda (6,13), que en la derecha (4,3). Eso coincide, de alguna manera con la hegemonía de la derecha, que durante gran parte de los ciclos electorales se ha organizado en torno a un único partido (el PP) mientras que la izquierda, como poco se organizó en torno a dos (PSOE y IU). Tanto para la izquierda como para la derecha se detecta el momento de mayor volatilidad para el ciclo electoral 2015-2011. La volatilidad en la izquierda alcanza los 30 puntos, mientras que en la derecha esta es más baja, 19,4 puntos, pero aún así es significativa. Esta mayor volatilidad tiene su razón de ser por la irrupción de nuevos partidos, tanto a derecha como a izquierda, como son CIUDADANOS y PODEMOS-IU, y en un tercer plano, VOX.

Para el ciclo electoral siguiente, 2019-2015, se hace patente una cierta estabilidad en cuanto a partidos de izquierda y derechas en liza y apoyo electoral que recibe cada uno de los bloques. De ahí que se detecte en ese momento la menor volatilidad registrada, 0,55 en la izquierda y 0,5 para la derecha. Para las últimas elecciones, en comparación con las de 2019, debido al aumento de la participación, la volatilidad también ha aumentado (más en la derecha). Todo parece indicar que el incremento en la volatilidad se debe precisamente a una mayor participación, aunque la desaparición de CIUDADANOS también podría dar respuesta a ese mayor aumento en el bloque de la derecha.

Por último, sobre la volatilidad electoral entre bloques, es decir, cuando los votantes de un bloque ideológico dejan de votar por partidos de la misma ideología, para votar a partidos del bloque contrario, para una o más elecciones, hay que decir que, para el caso madrileño y a la vista de los resultados obtenidos, la media se sitúa en los 3,1 puntos. Eso quiere decir que nos encontramos ante volatilidad baja. El mayor aumento en la volatilidad entre bloques, -de todo el periodo estudiado en este ejercicio-, se sitúa en el último ciclo electoral 2021-2019, alcanzando los 7,83 puntos. Como ya se ha apuntado anteriormente, el aumento de la participación electoral, -que superó el 76%-, puede estar detrás de este efecto. En tal caso, la volatilidad no se debería a un trasvase de votos de la izquierda hacia la derecha, sino a una mayor movilización del votante de derechas, principalmente, y en menor medida, de izquierdas.

En resumen, el sistema de partidos madrileño se caracteriza por una cierta estabilidad en cuanto a que la volatilidad entre bloques ideológicos es baja. Esta se sitúa en una media de 3,1 puntos. Es decir, no hay grandes trasvases de votantes de un bloque a otro. También,  se ha determinado que existe una mayor volatilidad para el bloque de izquierdas (6,13) que para el de derechas (4,3). Por último, si bien es cierto que a partir de 2003, -con la desaparición de partidos como AP, el CDS, la FAP o el PCE, y el advenimiento del PP, PSOE e IU como principales partidos madrileños-, el sistema gozó de una mayor estabilidad en términos de una volatilidad de los partidos que se situaba en torno a 5 puntos, en 2015 se produjo un punto de inflexión, -debido a la aparición de nuevos partidos como PODEMOS, CIUDADANOS, y más adelante VOX y MÁS MADRID-, y es cuando la volatilidad tocó techo con valores que oscilan entre los 33,88 puntos en los comicios de 2015, para descender hasta los 28,16, en las últimas elecciones del pasado mes de mayo. En definitiva, el sistema madrileño es algo más inestable en cuanto a la volatilidad de partidos, no así en cuanto a la volatilidad entre bloques ideológicos e intra bloques.

1.6. Dificultades para entrar en la Asamblea de Madrid:

Uno de los elementos que constriñe de forma determinante un sistema de partidos en cuanto al número de formaciones que obtienen representación parlamentaria es la propia ley electoral. En el caso la Asamblea madrileña, existe la Ley Electoral de la Comunidad de Madrid 11/1986 de 16 de diciembre. Además de otros aspectos, como detallar qué ciudadanos pueden presentarse a la elección, la duración y procedimientos de las campañas electorales, o cómo proceder al escrutinio, dicha ley regula el sistema electoral. En el capítulo VII, punto 2 del artículo 8, de la ley electoral madrileña se estipula lo siguiente:

Para la distribución de escaños sólo serán tenidas en cuenta las listas que hubieran obtenido, al menos, el 5 por 100 de los sufragios válidamente emitidos. (Art. 8.2, Ley Electoral de la Comunidad de Madrid 11/1986 de 16 de diciembre)

Dicho lo cual, cualquier partido, ya sea conocido o nuevo, que quiera optar a representación en la cámara madrileña debe superar el umbral electoral del 5% de los votos válidos emitidos. Se trata de un umbral superior al establecido en la LOREG para las elecciones al Congreso de los Diputados, que se sitúa en el 3%. A priori, este hecho podría hacernos pensar en que la entrada de nuevas formaciones políticas en el arco parlamentario madrileño es más difícil ya que se eleva el listón. Por eso, llegados a este punto deberíamos hacernos la siguiente pregunta, ¿de qué manera afecta el umbral del 5% a los partidos políticos, en especial a los nuevos? 

Echando una vistazo a los datos, ya hemos comprobado que durante casi 20 años (desde las elecciones de 1991 a las de 2007) en la Asamblea madrileña únicamente había tres partidos que conseguían representación (PP, PSOE e IU). Para los siguientes comicios (los de 2011) UPyD irrumpe como cuarto partido “en disputa”, aunque, de forma modesta, consiguiendo el 6,2% de los votos, lo que le valió 8 diputados autonómicos. Pero no es hasta 2015 cuando los nuevos partidos entran con una fuerza relativa: PODEMOS con el 20,9% de los votos y 27 escaños, y CIUDADANOS con el 13,2% del sufragio y 17 diputados. Además, esto sucede en un contexto de bajada generalizada de apoyo electoral de los dos grandes partidos (PSOE y PP) y una participación media (en torno al 65%).

De esta primera observación podemos extraer una primera conclusión. Si bien UPyD fue la primera formación que pudo hacerse un hueco entre las tres formaciones que copaban el panorama parlamentario madrileño, lo hizo tras casi 20 años y seis elecciones consecutivas de un bipartidismo imperante y una hegemonía del PP casi indiscutida. Es cierto que UPyD, como formación política, no había concurrido a las elecciones a la Comunidad de Madrid hasta 2011. Por lo que, no se trata de una formación que hubiera intentado en anteriores comicios conseguir representación. Eso nos da una idea de la fortaleza de los patrones de competencia electoral que han resistido a lo largo del tiempo en el panorama político autonómico madrileño. No es tanto mérito de los nuevos partidos, que también, sino demérito de los “viejos partidos”. Observamos como ha hecho falta un más que evidente deterioro del apoyo electoral madrileño a PP y POSE para que se lograra dar entrada a nuevos partidos políticos, sobretodo a partir de las elecciones de 2015.

Para saber más al detalle cómo el umbral electoral afecta a la incorporación de nuevos partidos podemos comprar las diferencias entre votos y porcentajes sobre el sufragio total del último partido con representación y del siguiente que se quedó fuera del arco parlamentario, para las elecciones que van desde 2021 a 1991. A continuación reproducimos una tabla, la número 14, a partir de la cuál podemos hacer algunas consideraciones sobre las dificultades con las que se encuentran las nuevas formaciones políticas para entrar en la Asamblea madrileña.

Por ejemplo, en las elecciones de 2021, CIUDADANOS se quedó fuera de la representación parlamentaria a pesar de haber obtenido algo menos de la mitad de los votos que PODEMOS, que consiguió 10 diputados. Para este caso tenemos que tener en cuenta que a mayor participación (y para estas elecciones como ya hemos comentado en alguna que otra ocasión, la participación ha sido la  más alta, de un 76,25%) más votos se necesitan para pasar el filtro.

Otro ejemplo, en las elecciones de 2015, el momento en el que se produjo un punto de inflexión debido a la aparición de varios partidos de nuevo cuño, observamos como IU se queda fuera de la representación a pesar de conseguir casi un tercio de los votos de CIUDADANOS, que es la última formación que entra en la Asamblea de Madrid, con 17 escaños. En este caso, la participación fue 11 puntos inferior a la de las elecciones de 2021, pero aún así, la competencia con formaciones como PODEMOS y los naranjas complicaron la entrada de formaciones tradicionales como IU.

Finalmente, para el resto de elecciones, las diferencias entre el último partido con escaños y el que se queda a las puertas es significativamente mayor que en los dos ejemplos anteriores. Por ejemplo, sin irnos muy lejos, para las elecciones de 2019, el PACMA se queda fuera del arco parlamentario madrileño al haber atesorado 7 veces menos cantidad de votos que el último con participación, en este caso PODEMOS. En 2011, la diferencia en votos llegó a ser de 6,4 veces, entre el último con representación y ya el primero que se quedó fuera. Esa proporción se disparó hasta más de 16 veces en las elecciones de 2003 de octubre entre Izquierda Unida y Los Verdes.

Tabla14: Elaboración propia a partir de los datos extraídos de: https://www.datoselecciones.com/comunidad-de-madrid-parlamento y https://resultados.elpais.com/elecciones/2015/autonomicas/12/index.html

A tenor de todo lo visto, el sistema electoral y el sistema de partidos madrileño dificulta la entrada de nuevos partidos por dos factores básicamente. El primero, debido al umbral electoral del 5% que supone un elemento insalvable para algunas formaciones, sobre todo cuando la participación es muy alta. El segundo, tiene que ver con el sistema de partidos y el patrón que se ha ido repitiendo durante casi dos décadas, en el que los madrileños votaban a tres partidos de forma mayoritaria (PP, PSOE e IU), “castigando” a un cuarto partido, en este caso LOS VERDES, de forma mayoritaria, no permitiéndole entrar en la Asamblea. También me gustaría destacar que, la aparición de los nuevos partidos  (PODEMOS y CIUDADANOS) en 2015, se basó en la caída del apoyo electoral a los tradicionales PP y PSOE, a la reconversión de IU en formaciones como PODEMOS y MÁS MADRID. A pesar de ello, la combinación de una alta participación y del umbral, tienen un efecto doblemente perjudicial para dejar entrar a más partidos a la cámara madrileña.

1.7. Desproporcionalidad y representación:

En cuanto a la desproporcionalidad electoral, -de la que ya hemos hablando en el apartado 1.4.- y sus efectos sobre el número de partidos que obtienen representación parlamentaria podemos mirar cuáles son las medias de desproporcionalidad sobre los diferentes partidos a lo largo de las sucesivas elecciones para poder hacer una valoración con objeto de causa. Entre las elecciones comprendidas para la serie histórica 2021-1991 observamos que el PP es el que cuenta con una mayor desproporcionalidad: 4 puntos porcentuales. Le siguen: MÁS MADRID (3,51), PODEMOS (3), Cs (2,6), PSOE (2,5), VOX (1,93), UPyD (0,9) y por último, IU (0,5). A tenor de estos datos pareciera que la desproporcionalidad no ha tenido tanta influencia sobre el número de partidos como el tipo de sistema de partidos que durante casi dos décadas ha imperado: el sistema multipartidista con un partido preponderante. Tan solo cuando los dos partidos mayoritarios han perdido apoyo electoral, los nuevos partidos han conseguido entrar en el arco parlamentario. Y en este caso, observamos como de media, partidos nuevos como MÁS MADRID y Cs han gozado de una desproporcionalidad mayor incluso que el PSOE, partido histórico en el sistema madrileño de partidos.

1.8. Fragmentación y gobernabilidad:

Para hablar sobre cómo la fragmentación de los resultados electorales puede y ha podido afectar a la gobernabilidad, tenemos de momento poca data para hacer grandes generalizaciones. Contamos con cuatro elecciones (2011, 2015, 2019 y 2021) y cuatro resultados para poder analizar las implicaciones que puedan haber. En 2011 la aparición de UpyD rompe con el patrón de dos partidos mayoritarios (PP y PSOE), uno de ellos hegemónico (PP), y un tercer partido minoritario (IU), pero curiosamente, esta mayor fragmentación electoral no afectó prácticamente en nada a la gobernabilidad. De hecho, Esperanza Aguirre consiguió una nueva mayoría absoluta para el Partido Popular madrileño. A pesar del gran espaldarazo electoral, Aguirre dimitió en 2012 por motivos personales y le sucedió al frente de la presidencia de la Comunidad de Madrid su jefe de prensa Ignacio González. Veamos ahora lo sucedido en las siguientes elecciones de 2015, las consideradas en este artículo como punto de inflexión debido a la irrupción de los nuevos partidos. Después de una nueva dimisión, en este caso de González, por casos de corrupción, le sucedió al frente del partido y de la presidencia de Madrid, Cristina Cifuentes. En este caso, la fragmentación “encarnada” políticamente por CIUDADANOS y PODEMOS, sí que jugó un papel decisivo en la gobernabilidad. Cifuentes fue investida presidenta gracias a los votos de su partido (48) y de CIUDADANOS (17). Se mantuvo el PP en el poder, pero ya no dependía de sí mismo para ello, como en anteriores legislaturas. Necesitó el apoyo externo de los naranjas.

Para las elecciones de 2019, con un multipartidismo, por así decirlo, más consolidado (hay hasta seis partidos, el doble que durante la mayoría de elecciones madrileñas en democracia), la fragmentación electoral adquirió su máxima influencia en la gobernabilidad. Tras una dimisión más en las filas del PP, en este caso, de la presidenta Cifuentes por cuestiones judiciales, Isabel Díaz Ayuso la sucedió como presidenta, pero su candidatura obtuvo el peor resultado del PP madrileño de la historia (33,7% de los votos). De hecho, por primera vez desde las elecciones 1991, el PSOE ganó los comicios, quedando por delante de los populares. Aún así, Ayuso se proclamó presidenta del primer gobierno de coalición, gracias a los votos de CIUDADANOS (que entró en el gobierno regional) y al apoyo externo de VOX, la ultraderecha. Ayuso alcanzó la presidencia en un primer debate de investidura (68 votos a favor, por 64 en contra) pero a cambio el PP tuvo que acceder a compartir el poder en Madrid, cediendo la vicepresidencia a Ignacio Aguado.

Llegados a este punto, parece obvio que la fragmentación de partidos iniciada tímidamente en las elecciones de 2011 con UpyD, cristalizada en las de 2015 con CIUDADANOS Y PODEMOS, y sostenida en 2019 con la inclusión de MÁS MADRID  y VOX, ha tenido un efecto determinante en la gobernabilidad de la Comunidad. Por un lado, ha transformado el sistema de partidos madrileño. De un multipartidismo con partido hegemónico, se ha pasado a un sistema multipartido moderado, al menos para este ciclo electoral. Por el otro, ha alumbrado una novedosa forma de gobierno, la coalición, nunca antes vista en la Asamblea madrileña, a pesar de que es evidente, que el PP ha continuado aferrado al poder regional. Finalmente, y a pesar de que para las elecciones de 2021 el multipartidismo moderado aguanta, parece que el PP se erige de nuevo como partido hegemónico (con ese gran apoyo electoral cercano al 50% del sufragio).

En resumen, si bien es cierto que, para el sistema de partidos madrileño en pieza a detectarse en las últimas cuatro elecciones, no es hasta las de 2019 cuando ejerce su mayor potencial, forzando un gobierno de coalición. Pero este efecto parece no sostenerse en el tiempo (sí el nivel de fragmentación) por dos motivos: el descalabro electoral del PSOE y también de CIUDADANOS, y el aumento de la participación electoral que ha encumbrado a Ayuso hasta casi rozar la mayoría absoluta.

1.9. Líneas de conflicto y formación de coaliciones:

La aparición de unos partidos determinados y no otros, según Lipset y Rokkan (1967) es una consecuencia de los conflictos que han surgido para cada sociedad. La existencia de unas formaciones políticas concretas en un país o en una región es fruto de la historia de los conflictos de ese país o de esa región. Más concretamente, es el producto de las contradicciones entre los diferentes bandos de aquella sociedad. En definitiva, es consecuencia natural de la existencia de unos determinados clivajes. Para Bartolini y Mair (1990) un clivaje es una división de la sociedad en dos bandos opuestos, delimitada por la posición de los individuos en la estructura social, que es profundamente sentida por los individuos, y por este motivo acaba configurando los alineamientos entre los bandos de la sociedad y los partidos políticos. Para las sociedades occidentales hablamos de tres clivajes históricos, principalmente: de clase social, de denominación religiosa y de origen.

Sin duda, el de clase social ha sido el que más a contribuido a dividir al electorado en el espacio ideológico de una manera más determinante. Para este clivaje, la división se realiza entre la clase obrera (clase trabajadora o clase baja) y la burguesía (clase acomodada o clase alta). Y en esta línea de conflicto, los alineamientos normalmente se estructuran en: partidos obreros a la izquierda, y partidos burgueses a la derecha.  Se trata de una dicotomía de tipo económico, entre los que tienen y los que no. La socioeconómica es la dimensión temática o de conflicto más importante porque está presente en todos los sistemas de partidos democráticos, tal y como señala Lijphart (1999). Los gobiernos de izquierda crean sistemáticamente una mayor ratio de riqueza en el sector público de la economía, grandes presupuestos gubernamentales, más igualdad de ingresos, grandes esfuerzos por reducir el desempleo,  y ponen mayor énfasis en la educación, en la salud pública, en el gasto y en el estado del bienestar, en comparación con los gobiernos de derechas. (Lijphart, 1999:79)

¿La ideología como línea de conflicto juega un papel determinante en el sistema de partidos madrileño? Ya hemos visto como a partir de 2015, el sistema de partidos políticos en Madrid transita de un bipartidismo hacia un multipartidismo moderado (en última instancia, hacia un sistema moderado de partido predominante), y con una tendencia hacia la fragmentación. Lo que no hemos sacado a colación hasta el momento es que también se percibe una cierta polarización ideológica, sobre todo comparando el ciclo electoral 2015-2011. Si bien es cierto que hemos tocado esta cuestión de forma tangencial cuando hemos analizado la volatilidad electoral, en sus diferentes versiones, no hemos entrado en el detalle del asunto. Hay que tener en cuenta que es precisamente para este ciclo electoral cuando se detectan las mayores volatilidades de la serie histórica (2021-1991). En cuanto a la volatilidad de partidos nos encontramos con la más alta (33,88). En cuanto a la volatilidad en los bloques ideológicos también. Para el de la izquierda (30) y para el de la derecha (19,4). Si bien es cierto, que para las elecciones 2015-2011 la volatilidad entre bloques aumenta con respecto a las anteriores hasta alcanzar los 5,6 puntos, es en el ciclo electoral 2021-2019 cuando esta llega a su máximo (7,83). ¿A qué se debe este aumento progresivo de la volatilidad electoral? ¿Y, especialmente, qué sucede en el último ciclo electoral, para que la volatilidad entre bloques haya aumentado tanto? ¿La última campaña electoral para las elecciones del pasado 4 de mayo ha tenido algo que ver?

“Comunismo o Libertad”. Esa fue la reacción de Ayuso ante la maniobra ejecutada por Pablo Iglesias, quien abandonaba la vicepresidencia del primer gobierno de coalición en democracia en España, para presentarse como candidato a las elecciones autonómicas por PODEMOS-IU. Sin embargo, este lema de campaña resultó ser una simple modificación de otro “socialismo o libertad”, con el que Ayuso pretendía alcanzar un doble objetivo: polarizar ideológicamente la campaña, y erigirse como oposición real a Pedro Sánchez, anteponiendo su gestión más laxa de la pandemia, -en la que supuestamente no habría restringido tanto los derechos fundamentales de los madrileños para contener la incidencia del virus-, con la actuación de un gobierno central mucho más intervencionista. La estrategia del PP madrileño era clara: equiparar la izquierda a la falta de libertad individual, y la derecha, con la defensa de esa libertad, a pesar de los costes personales de la pandemia. Por su parte, el movimiento táctico de Iglesias también perseguía aumentar la polarización, como un intento a la desesperada de movilizar al electorado de izquierdas. El voto de izquierdas se antojaba demasiado fragmentado para sus expectativas debido a la negativa de la líder de MÁS MADRID, Mónica García,  de acceder a presentarse a las elecciones en coalición con los podemitas madrileños. Capítulo a parte requiere esta formación de cariz madrileño, que a pesar de las conexiones con la formación de Errejón (MÁS PAÍS), surge como un elemento idiosincrásico en el panorama político de la comunidad de Madrid.

No sería justo ni aceptable buscar la explicación/justificación para las acciones extremistas, en el evidente clima de crispación política y polarización ideológica que se vivió durante la última campaña electoral regional. Sea como fuere, esta se vio alterada a partir del conocimiento público de la existencia de amenazas de muerte hacia Iglesias y varios miembros del gobierno de Pedro Sánchez, incluida la dirección general de la Guardia Civil, pero también hacia la propia Ayuso. Aunque, por otra parte, la deplorable negativa de la candidata por VOX, Rocío Monasterio, a condenar de forma explícita este tipo de hechos también contribuyó a aumentar la tensión política. Si bien es cierto que la lectura de las últimas elecciones pudiera hacerse en clave ideológica, no puedo dejar pasar por alto que el concepto “libertad”, tal y como Ayuso lo ha estado utilizando, tiene, a mi parecer, más connotaciones de nuevo clivaje postmaterialista, que de viejo clivaje de clase. Aunque, curiosamente, le ha servido como argumento contra la izquierda y extrema-izquierda.

La estrategia de polarización le ha funcionado más a Ayuso que a Iglesias, como se ha podido comprobar. La alta participación (más del 76%) logró mejorar tímidamente los resultados de PODEMOS-IU, llevó al PP madrileño a casi alcanzar la mayoría absoluta. Por no decir que ha dejando al PSOE lamiéndose las heridas, digiriendo todavía su peor resultado electoral y, al mismo tiempo, ha reafirmado la fortaleza de MÁS MADRID, como alternativa de izquierdas en la comunidad. Ahora el futuro de la Asamblea depende de las negociaciones entre Ayuso y VOX. Los de ultraderecha son el único compañero posible de viaje, teniendo en cuenta la línea ideológica de conflicto y después de certificarse la debacle en CIUDADANOS. Como ya he apuntado en el primer ejercicio, Ayuso puede liderar un gobierno fuerte en solitario con el apoyo externo de VOX, o puede hacer entrar a los de Rocío Monasterio en un gobierno de coalición, que en cualquier caso coincidiría con el modelo combinado de coalición mínima conectada Axelrod-Leiserson.

1.10. Conclusión:

El sistema de partidos madrileño ha evolucionado de un bipartidismo o sistema multipartido de dos y medio, caracterizado por la existencia de tres partidos con representación parlamentaria (PP, PSOE e IU), y preponderancia o hegemonía de la formación de derechas, durante casi dos décadas (1991-2011), a un sistema multipartido más fragmentado, con mayor volatilidad electoral, y más polarizado que se ha ido asentando durante los últimos años. Las elecciones de 2015 representan un punto de inflexión, con la aparición de nuevos partidos (Ciudadanos y Podemos) cosa que ha abierto las puertas a un aumento de la fragmentación, con la consolidación de formaciones idiosincrásicas como MÁS MADRID, y populistas de extrema derecha como VOX, pero sobre todo a un aumento y sostenimiento de la volatilidad entre partidos y entre bloques. Eso ha generado un cambio en el sistema de partidos madrileño hacia un multipartidismo moderado de cinco, o incluso a seis formaciones con representación. A pesar de los cambios, el PP se ha mantenido como fuerza predominante, pero ha tenido que recurrir a nuevas fórmulas de gobierno que han roto con los patrones de competencia que se habían repetido tradicionalmente. En  2019, Isabel Díaz Ayuso se vio obligada formar el primer gobierno de coalición para la Comunidad, de la mano de  Ciudadanos. Después de las últimas elecciones de mayo de 2021, el aumento de la polarización, y los buenos resultados electorales para el PP, Ayuso debe tomar una decisión con implicaciones de gran calado: gobernar en solitario, aunque con apoyos externos como el de VOX, o abrir la puerta a la ultraderecha para que entre a formar parte de un gobierno de coalición.

Bibliografía:

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Bartolini, S.; Mair, P. (1990). Identity, competition and electoral availability. Cambridge: Cambridge University Press.

Blondel, J. (1968). Party Systems and patterns of government in Western democracies. Canadian Journal of Political Science. 1: 180-203

Lipset, S.M; Rokkan (1967). Cleavage structures, party systems and voters alignments. En: S.M Lipset; S. Rokkan (eds.). Party systems and voter alignments: Cross-national perspectives (págs. 1-64). Nueva York: The Free Press

Mair, P. (2006). Party; System Change. A: R. Katz; W. J. Crotty (eds.). Handbook of Party Politics (cap.7). Londres: Sage Publications. 9780761943134.560.

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